Dioni Arroyo es un autor sensible y comprometido. Consciente de la importancia de la literatura como vehículo de concienciación social, ha encontrado en la Ciencia Ficción el formato perfecto para llamarnos la atención sobre nuestros errores del pasado y del presente, pero también para ofrecernos alternativas ante un futuro poco prometedor.
Haciendo un amplio repaso a su carrera literaria no tiene reparos en sincerarse y hablarnos muy claramente de política, economía, transhumanismo, singularidad tecnológica, y por supuesto, sobre el panorama editorial actual en España.
H – Desgraciadamente, como la inmensa mayoría de escritores de este país, no vives de tus obras y aun así sigues publicando incansablemente ¿Qué te aporta la literatura?
D – La literatura me permite soñar. Escribir un libro es una labor artesanal, que se realiza con mucho cariño y tiempo.
En mi vida llegó un momento en que ya había cubierto mis necesidades básicas (según la pirámide de Maslow), con un trabajo estable y algo de tiempo libre, así que decidí que era el momento de dedicarme a lo que realmente me gustaba. No lo hago pensando en el poco dinero que voy a ganar, más bien me motiva el placer de redactar una historia que ha construido mi imaginación, el darle forma y entregarme a ella para que se convierta en novela. Es un proceso creativo del que me siento lo más parecido a una madre al dar a luz, algo muy especial que, con mi trabajo cotidiano, no he sentido nunca. La literatura da sentido a mi vida, me libera de la realidad y disfruto con cada nueva historia que brota de mi cabeza.
H – Has estudiado antropología social y tu profesión te pone en contacto con personas que han tenido experiencias extremas. Tus obras, independientemente del género al que pertenezcan, tienen un enorme trasfondo humanista. ¿Qué es causa y qué consecuencia?
D – Estudiar humanidades te permite comprender nuestra especie desde múltiples puntos de vista, desde una óptica vitalista, y luego está mi trabajo cotidiano como funcionario de prisiones, que me invita a conocer realidades dramáticas, empatizar con personas que han podido ser los peores seres de la humanidad, pero también los más desdichados con un pasado atormentado.
En mi día a día con estas personas, analizas su diagnóstico y observas que los conceptos del bien y del mal se desvanecen, que dependen de circunstancias, de entornos, de traumas, de numerosos factores. Trabajar con personas tan problemáticas desde hace más de veinte años, tal vez sea la causa de que, con el tiempo, haya agudizado el sentido de la sensibilidad para poder comprender situaciones radicales. Es cierto que podría haberme vuelto insensible, indiferente y ausentarme de cuanto veo, pero ha sido al revés, me está volviendo más atento a los pequeños detalles y más interesado por entender la vida de estas personas.
H – ¿Eres un escritor autodidacta?
D – Creo que todos los emprendedores, artistas y escritores debemos ser muy autodidactas, aprender de nuestros errores y usar nuestro particular método para cultivarnos, para mejorarnos cada día.
Mi método se basa en no cansarme de aprender, en considerarme un eterno aprendiz, y sé que solo así seguiré sorprendiéndome cada vez que leo otros libros, o redactar algo de lo que después tengo la impresión de que no lo he escrito yo; considerarme un eterno aprendiz, me permite seguir avanzando, porque el día en que ya no me considere aprendiz, que me crea un profesional, me estancaré y dejaré de aprender, perderé el sentido de admirar la maravilla, el poder progresar.
Ser autodidacta te ayuda a ser consciente de que sigues mejorando.
H – ¿Es la escritura un catalizador de sentimientos? ¿es más inspiradora la felicidad o el dolor?
D – Cuando describo la vida de un determinado personaje al que la vida no le ha tratado nada bien, debo hacerlo creíble, y para ello hay que sentirlo, debo meterme en su pellejo, vivir en su compañía el drama personal.
No es nada fácil de conseguir, pero creo que es la única manera de que resulte verosímil a los ojos del lector. Al sumergirme en dramas humanos ficticios, es cierto que te sumerges en su tragedia, buscas referentes que conozcas en la vida real, y atraes toda una gama de sentimientos contrapuestos, de sensaciones que, de alguna manera, te acaban influyendo.
En este aspecto, me siento más cerca de las personas con problemas desgarradores, cuyas vidas están en conflicto, que han tenido que luchar para no perder lo poco que les ha dado la vida, y me inspira más que la felicidad.
Creo que el dolor se siente y se padece, se analiza, se sufre y se evalúa instante a instante, se pega a tu piel; sin embargo, la felicidad se vive, no se estudia, simplemente, te dejas llevar por ella.
H –
En muy poco tiempo y a pesar de la pandemia, has publicado dos obras de ciencia ficción con diferentes editoriales: Un mundo para el olvido (Nowevolution) y El último de la fiesta (Apache). Esta costumbre de sacar al mercado simultáneamente diferentes títulos es algo que has hecho desde el inicio de tu carrera ¿Cómo se puede compaginar la promoción de distintas novelas con diferentes editoriales? ¿No surgen conflictos ni desencuentros entre editores? ¿Por qué lo haces?
D – Ser escritor tiene mucho de inspiración, de anhelo, y tal vez su principal carencia sea la parte racional. Desde luego, publicar dos novelas el mismo año (y en un annus horribilis como este) es la estrategia menos inteligente del mundo, pero ha respondido a un impulso, a un ansia por ver las dos criaturas publicadas.
Si tengo que explicar la razón por la que he tomado esta decisión tan arriesgada, solo puedo confesar que ha sido producto de la locura, pero luego también es cierto que, quienes me conocen, sobre todo mis editores, saben que me entrego en cuerpo y alma con la promoción de la novela, participando en cuantos eventos se organicen.
Los últimos años he trabajado con tres editoriales dirigidas por tres personas estupendas con quienes mantengo una muy buena relación, y esa química es recíproca, por lo que, hasta ahora nunca ha habido susceptibilidades, más bien ha habido complicidad. Ellos también me reconocen que cada editorial explora un determinado nicho del mercado, y un autor, al publicar en varias editoriales, acaba alcanzando un público más amplio, y las editoriales también se benefician de los resultados.
H – Has escrito novela negra, gótica, erótica… pero la ciencia ficción parece el terreno perfecto para explorar todas tus inquietudes. En muchas de tus novelas te dedicas a quitar la esperanza al lector sobre el futuro para después, devolvérsela. ¿Crees que, para despertar la conciencia de la gente, es más efectivo un escenario opresivo, o un resquicio de luz y optimismo?
D – En el interminable aprendizaje de escritor, el salir de tu zona de confort y experimentar géneros distintos, es una tarea estupenda, porque te enseña nuevas técnicas para desenvolverte en terrenos dispares, aunque es cierto que la ciencia ficción es mi verdadera pasión, dado que me ayuda a desarrollar ideas que resulten creíbles en un marco coherente pero alejado de la realidad, y en esta vorágine, construyendo ideas a través de tramas, me gusta envolver al lector en entornos asfixiantes, como en Metanoia, con una crisis económica interminable que se está llevando todos los avances de los que gozamos ahora, o en El último de la fiesta, una sociedad marcada por desastres nucleares que les obligan a vivir bajo niveles de radiactividad insoportables, o en Fractura, bajo las terribles consecuencias para la salud por culpa del fracking.
Me atrae el recrear escenarios opresivos y que los personajes adquieran una actitud inconformista, un espíritu de lucha. Mi intención es que ese panorama enganche al lector, se sienta conmovido y le transmita el deseo de cambiar las cosas, de sentirse parte de la trama, y desde el entretenimiento, invitarle a la reflexión.
H –
Si, es evidente tu preocupación por lo que le estamos haciendo al planeta. En Fractura, tu novela Z (Apache libros 2016), nos alertaste, efectivamente, sobre el fracking. En Cuando la luz se extinga (Huso ediciones 2018) nos mostraste una sociedad ‘pro-Soviética’ Steampunk en la que costaba respirar. Y en El último de la fiesta, tal y como comentabas antes, nos describes uno de los peores escenarios posibles asociados al uso de la energía nuclear. ¿Crees que vivimos en un planeta condenado? ¿Podemos revertir los daños que ya le hemos producido o nuestra única salvación posible como especie está en las estrellas?
D – Hemos heredado un siglo XX de guerras terribles, y las principales consecuencias en la actualidad, han sido la globalización de un modelo capitalista que genera desigualdades sociales e injusticias, el cambio climático imparable y que se está acelerando, y la manipulación genética, para la que hemos perdido el control. La concienciación también es imparable, pero no sé si vamos a llegar a tiempo.
Deberíamos cambiar de modelo de vida, empezando por las élites, que son las que más degradan el planeta y más responsabilidades conllevan, pero no sé si seremos capaces de renunciar al modelo de vida actual. Si no lo hacemos, habremos condenado a nuestra especie, porque el planeta se recuperará y vivirá mejor sin nosotros. En los próximos diez o quince años, nos jugamos la posibilidad de darnos una segunda oportunidad, aceptando el hecho de vivir de una manera mucho más sencilla, o de asumir el sálvese quien pueda y empujarnos a la extinción. Y tenemos los años contados, porque desapareceremos antes de que nuestra tecnología nos permita emigrar a otros planetas.
H – La crítica hacia la estratificación social y las grandes desigualdades socioeconómicas es otro de tus campos de batalla. En tus obras denuncias tanto las consecuencias del capitalismo desatado, como las de los totalitarismos de izquierdas. ¿Hay cabida aún para un nuevo sistema? Y de haberlo, ¿crees que el bien común puede llegar a primar sobre los intereses particulares de los poderosos?
D – Sí, creo que sí hay alternativa a los dos sistemas maximalistas que dominaron el escenario tras la segunda guerra mundial.
Yo lo llamaría un humanismo ecosocialista, es decir, un nuevo humanismo en el que todos los sectores productivos se orienten hacia el medio ambiente, hacia energías renovables y recuperación de entornos naturales, y a partir de ahí, para que todo eso sea sostenible con una población que no deja de crecer, un sistema económico semejante al de la socialdemocracia nórdica de los años sesenta, en el que los sectores neurálgicos de la economía y las grandes empresas, serían de titularidad estatal, para que los beneficios recayeran en el sector público y así construir una sociedad con menos desigualdades sociales y donde se superase la sangrante estratificación social; de la misma forma, también se garantizaría la iniciativa privada para los sectores de las pequeñas y medianas empresas, emprendedores y autónomos.
Es decir, un sistema mixto con un predominante papel del estado para garantizar igualdad de oportunidades y la protección del bien común, y que orientase la economía al restablecimiento de un medio ambiente de calidad, que es un derecho de todos.
Creo que podría ser una buena alternativa al totalitarismo marxista o a los desequilibrios que genera el capitalismo.
H – En tus crónicas cibernéticas, trilogía de la que ya se han publicado dos títulos (Fracasamos al soñar y Un mundo para el olvido), abordas el transhumanismo desde diferentes ópticas y estilos. ¿Piensas que esa unión hombre máquina que parece inminente, nos hará mejores o nos esclavizará aún más al sistema?
D – Siempre me resulta difícil encontrar una respuesta, porque desconocemos los derroteros futuros de la tecnología y de la sociedad, aunque, dado que es inevitable y va a llegar a lo largo de la mitad del siglo XXI, deberíamos esforzarnos para que nos permita liberarnos de nuestras ataduras y mejorar las condiciones de vida de millones de personas que, en la actualidad, son esclavos de un sistema que les vuelve invisibles.
El tercer ejemplar de la trilogía de Crónicas Cibernéticas, tratará del transhumanismo versus Inteligencia Artificial, desde una óptica muy filosófica, semejante a Fracasamos al Soñar, en el recorrido hipotético del mundo desde la actualidad, hasta el 2040.
H – Muchos escritores y pensadores advierten que cuando el fenómeno de la singularidad llegue, y la convivencia con las Inteligencias artificiales sea un hecho, el enfrentamiento será inevitable. En El último de la fiesta abordas el tema. ¿Qué te hace pensar que la convivencia es posible? ¿Deberíamos ansiar ese momento o retrasarlo todo lo que podamos?
D – Retrasar el proceso es inútil, dado que ya es imparable. La clave está en democratizar el acceso a las nuevas tecnologías, y que las IA no sean solo herramientas para las grandes empresas o al servicio de familias acaudaladas. Por eso es importante que los estados sigan existiendo y que sean fuertes, para que controlen el proceso, control a su vez guiado por la sociedad, para que la llegada de la IA esté al servicio del bien común, y la automatización nos libere de los trabajos más humillantes. La convivencia, estoy convencido, será una realidad. Un algoritmo que aprende del ser humano, que será autoconsciente y sabrá empatizar, nos permitirá establecer buenas y sólidas relaciones de amistad con ellas, aun sabiendo que no son seres vivos, porque serán mucho más que algoritmos, mucho más que herramientas, dado que adquirirán derechos, al igual que Sophie ha adquirido ya cédula de ciudadanía en Arabia Saudí.
H – En un momento social en el que las mujeres luchan por un puesto que nunca debió ser negado, punto que tú también has tocado tangencialmente en alguna de tus obras, ¿crees que nos habría ido mejor si los papeles en la historia se hubiesen invertido? Quiero decir, ¿si ellas hubiesen sido las que ocuparan los puestos más relevantes de la política, la economía, las ciencias, etc?
D – Es difícil especular sobre ello, porque a veces no se trata tanto de que el poder esté en manos femeninas, sino que, dicho poder esté en manos de personas con sensibilidad y deseo de igualdad. Gran Bretaña, por ejemplo, durante los años ochenta, estuvo gobernada con puño de hierro por dos mujeres todopoderosas, la reina Isabel II y Margaret Thatcher. Siendo así, lo razonable es que se hubiera producido un cambio trascendental en pro de la igualdad de género, y sin embargo, con mujeres tan conservadoras, supuso un retroceso evidente en derechos y libertades para las mujeres.
En los gabinetes del gobierno de la Dama de Hierro, optó por rodearse de hombres tan conservadores como ella, por lo que no tengo claro si el mundo sería más igualitario con un matriarcado. Considero que es importante involucrar a ambos géneros en promocionar la igualdad, con políticas progresistas y feministas que superen los prejuicios de la religión y los estereotipos tradicionales que tanto daño han hecho.
H – La literatura de ciencia ficción española ha evolucionado hasta un nivel impensable hace décadas y lucha por reivindicar su puesto junto a géneros tradicionalmente mejor valorados. ¿crees que ya está a la altura de la anglosajona en cuanto a calidad e ideas? ¿Por qué los lectores españoles siguen considerándola un género menor?
D – Considero que el mayor cambio se ha producido el último lustro, al evolucionar desde una ciencia ficción en España, hacia una ciencia ficción española, con sus propias características que la singularizan del resto.
Con esto no pretendo restar valor, creatividad o ingenio a la ciencia ficción anterior, desde luego, pero en mi opinión, los últimos años se han diversificado las temáticas rompiendo la tendencia anglosajona, construyendo nuestros propios mitos sin seguir el camino trazado por otros. Es una virtud de la ciencia ficción actual, que cada vez es menos anglosajona, hemos despegado, y se ha despertado el interés hacia la diversidad a nivel internacional, como lo demuestran los trabajos que se publican en China y se traducen en todo el mundo, el interés por el afrofuturismo, la cifitexmex y latinoamericana, y en esa pluralidad de caminos, se encuentra la ciencia ficción española.
Ahora bien, el problema se basa en que la sociedad no ha percibido el cambio de los últimos años, tal vez por la dura crisis económica del 2008 a la que sumamos ahora la pandemia, y los escritores que cultivamos este género, que publicamos en editoriales convencionales (sin contar las de coedición o autoedición), que no seremos más de medio centenar, tenemos un techo de cristal que nos impide llegar a las grandes editoriales, lo que nos ayudaría a ser leídos por el gran público.
Las editoriales del fandom que tanto nos apoyan, sin embargo, se mueven en un colectivo muy activo y militante, cualitativamente muy importante y que está presente en eventos como el Celsius, la Hispacón, el FFFuenlabrada… pero que, cuantitativamente hablando, es un colectivo de medio millar de personas.
Las grandes editoriales deberían asumir su responsabilidad y ser conscientes del rol que desempeñan, dado que dominan los grandes espacios de las librerías, del mercado y de la publicidad, y publican autores de cifi extranjeros en su casi totalidad. Nos hace falta un gran mecenas que perciba el cambio y que apueste por dar a conocer a la sociedad nuestra aportación a la cultura, al ocio, a la crítica y al pensamiento, que son las grandes virtudes de la cifi. Porque insisto, somos un colectivo de no más de cincuenta escritores los que cultivamos y publicamos ciencia ficción de manera regular en las editoriales de nuestro país, en editoriales por lo general muy pequeñas que les cuesta entrar en las dinámicas de los mercados.
De poco sirve que se produzca un cambio trascendental, y pase desapercibido por la sociedad, es frustrante.
En este sentido, me encantaría recordar que, en los años ochenta, se publicó una legendaria “Biblioteca de Ciencia Ficción” por Orbis, una mítica colección de más de cien títulos de la mejor cifi que todos recordaremos, en la que, el gran público, pudo leer por primera vez obras de Domingo Santos, Angélica Gorodischer o Gabriel Bermúdez Castillo, además de antologías de autores latinoamericanos, soviéticos, de protociencia ficción, o de las generaciones de oro de Norteamérica. Que ahora, uno de los dos grandes grupos editoriales, sacase al mercado una colección semejante de libros de bolsillo de autores patrios, sería poco rentable, lo reconozco, pero también hay que recordar que estas grandes editoriales son las que reciben la mayor parte de las subvenciones de Cultura, dinero que procede de nuestros impuestos, por cierto, y que conlleva una responsabilidad, una responsabilidad social, un concepto que habría que poner en práctica.
En festivales como el Celsius, se venden muchos, muchísimos libros, la mayoría de editoriales como Apache, Nowevolution, El Transbordador, Premium, La máquina que hace Ping, Cazador de ratas, etc. También hay casetas de librerías donde se encuentran libros de las grandes editoriales, pero lo cierto es que, el fandom, casi les ha dado la espalda. Estas grandes editoriales pasan de nosotros, pero nuestro público también pasa de ellos. Una forma de retomar la reconciliación sería una colección como la que propongo, que creo que sería beneficiosa para ambas partes, una forma de inversión a largo plazo, lo podrían ver desde ese ángulo.
H – ¿Pueden las pequeñas y medianas editoriales competir contra los grandes grupos o están condenados a la desaparición tras unos años de lucha?
D – He llegado al convencimiento de que es imposible competir con los dos grandes grupos editoriales. Funcionan como un oligopolio beneficiado por la gran anomalía de nuestro sistema económico, que tiende a la concentración del capital en menos manos, imposibilitando el principio de la libre competencia, del libre mercado.
Es una lástima, porque publicamos en pequeñas editoriales que realizan una labor encomiable y que debería reconocerse, pero que apenas pueden invertir en publicidad, y, por las dinámicas del mercado, les exige trabajar mucho y estar presentes en todos los eventos posibles, ferias, congresos, festivales…
Sí quiero aclarar que en modo alguno significa que estén condenados a la desaparición, aunque deberían cuestionarse su papel los próximos años, porque la pandemia del Covid lastrará nuestra economía durante mucho tiempo, y deberían planificar una estrategia que, desde mi punto de vista, tendría que pasar por una mayor colaboración y de trabajo en común, a modo de cooperativas, por ejemplo, pero respetando el enfoque y peculiaridades de cada una.
H – ¿Te ves aún reflejado en Metanoia, tu primera novela distópica, o tu evolución como autor hace que la sientas ajena o insuficiente?
D – No, qué va, por mucho que evolucione siempre me veré reflejado en Metanoia, mi primera distopía, con la que gané un pequeño premio, el Éride 2013 y me impulsó a escribir más ciencia ficción. Le debo mucho a esa novela y me siento reflejado, por supuesto, aunque cuando la releo, siempre cambio alguna descripción, mejoro algún diálogo, busco estilizarla y pulirla un poco más, pero en esencia sigo siendo el mismo escritor con inquietudes semejantes y me sigo haciendo las mismas preguntas.
Con respecto a Metanoia, es un placer anunciar que dentro de muy poco se reeditará en varios formatos en otra editorial, una noticia que me ha alegrado, y que me permite aprovechar la oportunidad de mejorarla párrafo a párrafo, manteniendo la frescura de cuando la publiqué en el 2012.
H – ¿Son tus novelas dentro de otros géneros (Gótica y erótica, La maquilladora de cadáveres, El sabor de tu sangre, etc) una cura de desintoxicación de ese futuro que tanto te preocupa?
D – Sí, de vez en cuando siento la necesidad de cambiar de temática y escribir otros géneros, por lo de salir de mi zona de confort y aceptar nuevos desafíos.
En este sentido, siempre me defino como escritor, y no como escritor de género fantástico, porque quiero dejar la puerta abierta a escribir aquello que necesite expresar, y no limitarme solo a la ciencia ficción y ser encasillado de por vida. En la actualidad, es en este género en el que más a gusto me siento, dado que es un estilo revolucionario que se reinventa cada día, una puerta abierta a la imaginación sin límites, pero muy de vez en cuando, necesitaré desintoxicarme con novelas de otros géneros.
H – Eres muy activo en las redes sociales. ¿Crees que es indispensable hoy en día para publicar? ¿Y para vender?
D – Las redes sociales cada vez son más influyentes y trascendentales para cualquiera que necesite expresar una idea, dar a conocer un producto o reivindicar algo.
Es la primera vez en la historia en la que nos encontramos con un verdadero medio de comunicación, dado que los medios clásicos, prensa, radio y televisión, eran de una única dirección, solo recibías información más o menos sesgada, no podías intervenir, te la creías o no. Ahora con las redes, existe la retroalimentación, aunque tiene el inconveniente que, al ser nuestro país una sociedad latina tan emocional, nos desbordan las pasiones y perdemos los estribos con facilidad, y asistimos a discusiones acaloradas en ocasiones con muy poco tacto, pero ese es otro problema que la educación debería resolver.
Las redes sociales son positivas para que fluya el libre pensamiento, y para un escritor, son importantes como punto de encuentro para conocer el termómetro de la sociedad y el análisis y debate que se lleva a cabo de las noticias que aparecen. Ayudan a dar a conocer una obra publicada, sin duda alguna, y también a ser reconocido como escritor, aunque para vender, ya no lo tengo tan claro. Para vender creo que lo que más sirve es el cara a cara, conocer a lectores en persona y poder hablar con ellos, el contacto directo.
H – Dentro de tu carrera literaria, ¿Cuál es tu sueño por cumplir?
D – Que una de mis obras se convirtiese en serie de televisión. Ya sé que no es un sueño muy original, pero admiro las series de cifi de HBO o de Netflix, son una maravilla, y a veces sueño con ver, por ejemplo, Fracasamos al soñar en serie de varias temporadas, en inmortalizar en imágenes los personajes y escenarios que un día creé. Es mi sueño, tan ambicioso como difícil de lograr, pero vale la pena luchar por ello.
H – ¿De cuál de tus creaciones estás más orgulloso?
D –
Me resulta muy difícil nombrar una, porque mis novelas son como los hijos de una madre, a quien, si le hacen esta misma pregunta, le pondríamos en un duro compromiso. Pero me voy a arriesgar, y nombraría, por razones muy personales, la más reciente, la que empezará a distribuirse en septiembre: “El último de la fiesta”.
La idea que surgió viajando en coche con mi editor de Apache, hablando de la vida de los chavales en la actualidad, comenzamos a conspirar con un protagonista que viviera una bonita amistad con una IA y a partir de ese momento, la idea medró en mi cabeza, y disfrutamos tanto de ese viaje, que le aseguré que escribiría esa historia. Durante los meses en que la escribí, mis padres enfermaron, y tuve demasiados momentos de soledad, de necesidad de aislarme, buscando un silencio interior que me ayudó a escribirla. Terminé la novela en abril, coincidiendo con la muerte de mi padre, y me afectó mucho.
La novela ha sido como un regalo a mi progenitor, un regalo que ya no podrá conocer, por eso, independientemente del recorrido vital de El último de la fiesta, estoy muy orgulloso de su resultado.
H – Desde mi punto de vista, es una de tus mejores obras. ¿Tu próxima novela también será de ciencia ficción?
D – Sí, por supuesto, una novela que sigo revisando, aunque ya está terminada, y que seguro que se publicará a finales del 2021, si la crisis lo permite, claro.
Ahora he comenzado un nuevo proyecto que, aunque parte de un profundo realismo con la pandemia actual, aborda la teoría de Eisntein y Rosen sobre el tiempo circular y el entrelazamiento cuántico. Pura ciencia ficción.
H – Recomiéndanos un autor o autora. Sólo uno/a.
D – Os recomiendo encarecidamente a Daína Chaviano. Es una persona muy especial, alguien que se hace querer por su sensibilidad y cariño, y su narrativa se desliza entre la fantasía y la ciencia ficción. Algunas de sus obras, como Los hijos de la Diosa Huracán, Fábulas de una abuela extraterrestre, La isla de los amores infinitos, Amoroso planeta… son auténticas joyas en lengua castellana, y es un placer disfrutar de su prosa.
H – ¿Algún consejo para quien sueñe con convertirse en escritor/a?
D –
Que disfrute de la experiencia de escribir, que lea mucho, muchísimo, que devore todo lo que encuentre, tanto estilos que le gusten, como otros géneros que no tenga costumbre en leer, que observe cómo otros escritores construyen los personajes, los escenarios, cómo resuelven las tramas, y que se acostumbre a escribir a diario aunque sean solo unas líneas. Pero sobre todo, que disfrute de escribir, que no se angustie ni le puedan las prisas por publicar. Escribir es un acto vocacional, es un arte, y de todo arte se debe aprender y sentir desde el placer.
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Magnífica entrevista. Muchos temas se tocan, todos interesantes. Me gusta la manera de pensar de Dioni, coincido con él en muchos puntos.
¡Enhorabuena!
Totalmente de acuerdo contigo, José Luis. Ha resultado algo larga, pero es tan completa, todo lo que dice es tan interesante, que no la he podido recortar. Se trata de un autor con el que también coincido en casi todo y al que sigo en redes sociales.
Muchas gracias!!
¡Felicidades por la entrevista! Es muy interesante. No conocía al autor y me ha resultado interesante ver su lado humano, me gusta que quiera una sociedad diferente; aunque utópica, es bueno desear algo mejor. Quién sabe, puede que algún día la mayoría se conciencie y vivamos en el sitio adecuado.
Al autor le deseo que vea alguna de sus obras en la tv. Creo que hay gente que merece ser conocida de forma global.
Muchas gracias, David
Si, Dioni Arroyo es una de esas personas que merecen ser conocidas y reconocidas tanto dentro de la literatura, como fuera. Es de aquellas que aportan cosas positivas a su entorno y eso es una de las mejores cosas que se pueden decir de alguien.
Gracias a ti, Beatriz, por pasarte por el blog.