H – ¿Se puede extraer belleza del horror? ¿Se debe disfrutar de versos que describen sucesos tan terribles?
B – No se puede extraer belleza del horror. Lo que sí se puede es crear belleza con la palabra, obviamente. Cualquier hecho se puede maquillar con el lenguaje para hacerlo menos terrible. Pero no hay absolutamente nada que pueda compensar el terror y la matanza de los campos de exterminio. Aquellos hechos en sí son la antítesis de algo bello. Yo creo que es imposible concebir con la mente y el pensamiento tanto sufrimiento.
Björn Blanca van Goch es un autor de enorme sensibilidad. Uno de los pocos que, apoyándose en la belleza de las palabras, logran trasladar al lector cada idea y cada sentimiento, con absoluta precisión.
Tras la publicación de su tercera obra, un poemario tan hermoso como desgarrador, hemos sentido la necesidad de hablar con él y saber más sobre su concepción de la vida y de la poesía.
H – ¿Qué te impulsó a escribir este ensayo poético? ¿Por qué decidiste publicarlo?
B – Tal y como explico brevemente en el prólogo, mi añorado abuelo Theo me llevaba a menudo a un museo de guerra que hay en Holanda, el más grande Europa. Luego íbamos a un cementerio de guerra en donde hay más de 32.000 soldados muertos. Lo que se palpa en aquel lugar es indescriptible. Mi abuelo no solía leer mucho, pero, cuando lo hacía, yo siempre lo recuerdo con algún libro sobre la Segunda Guerra Mundial.
He tardado unos cuatro años en publicarlo (aun habiendo tenido la posibilidad de hacerlo anteriormente con un par de editoriales), pero siempre tenía dudas de si el texto merecía la pena. Finalmente he quedado satisfecho.
H – ¿Y te arrepientes de haberlo publicado a tenor de lo que está sucediendo en Gaza? ¿Temes que haya gente que no le de una oportunidad a tu poemario por este motivo?
B – Hay que ser bastante ignorante para no leer este poemario por lo que sucede actualmente en Palestina. Una vida humana en sí no puede tener nacionalidad ni religión. Contra lo que hay que luchar verdaderamente, sin clemencia de ningún tipo, es contra la maldad. Y no me refiero únicamente a la maldad de una guerra: hablo de asesinos, terroristas y gente mala de verdad. La justicia debería ser radicalmente más severa, más justa con el damnificado.
H – Al leer este Breve ensayo sobre el exterminio de las flores he sentido que estaba ante un alegato contra el olvido. En tus versos hay dolor y desesperación. No abres la puerta al perdón ni tampoco clamas venganza. Haces inevitable la reflexión… Me dio la impresión de que temes más la pérdida de lo bueno que hay en nosotros, que nuestro lado oscuro.
B – Lo que me da miedo de verdad es que le pase algo a la gente que quiero. A lo largo de mi vida he leído muchísimo sobre religiones orientales, filosofías, etc. Al igual que Jesús, muchas insinúan que el perdón es necesario para acercarse a la Verdad.
Durante gran parte de mi vida he pensado que yo sería capaz de perdonarlo todo, porque es la única manera de ser mejor persona; pero desde que tengo hijos me he vuelto mucho más egoísta. Creo que el ser humano es bueno en general, pero, como he dicho antes, con la gente que no lo es y hace daño, yo sería inflexible si tuviese en mis manos el poder de tomar decisiones.
H – ¿Después de escribir una obra así, te sigues considerando un «Poeta de boquilla»?
B – A día de hoy soy un poeta de boquilla, un aprendiz. Ja ja ja. Pero vaya, en mi opinión hay muchísima gente que se cree poeta y no lo es; gente que incluso ha ganado premios de poesía.
H – Vives entre dos mundos y dominas varios idiomas. ¿Por qué escribes en español?
B – Escribo en español porque no sabría escribir un libro en holandés. La literatura al fin y al cabo es un arte, y yo en holandés, aunque lo hablo perfectamente, no podría transmitir las cosas que intento transmitir en español. Lo que sí he pensado muchas veces (y es un pensamiento un poco raro) es que los libros de poesía que he escrito (como este del que hablamos o incluso Piel de hojalata) tienen juegos de palabras que están hechos, obviamente, con la lengua que conozco; pero ¿Cuántos juegos de palabras nuevos o poemas interesantes (al menos para mí) podría escribir si conociese todas las lenguas del mundo? Y no me refiero solo a mí, sino a cualquier persona que escribe. Estamos limitados por el lenguaje que manejamos.
H – Hay pocos autores con una sensibilidad tan enorme como la tuya. A veces releo páginas al azar de Piel de Hojalata (Círculo Rojo 2015) y me sigo preguntando cómo has podido conservar la ilusión de un niño frente a las pequeñas cosas.
B – En realidad todo el mundo tiene ilusiones y sueños: forma parte del ser humano. Lo que sí reconozco es que mi abuelo Theo me ha transmitido cosas en la vida que para mí son inolvidables, como cuando por ejemplo me levantaba a las cuatro de la madrugada y nos vestíamos para ir al bosque aquí en Holanda a ver ciervos salvajes. Algunas veces veíamos y otras no.
En mi mente guardo una escena que es casi una epifanía: un enorme ciervo con una gran cornamenta cruzando de lado a lado un sendero delante nuestra sin que nos viese. Aún veo la neblina en el bosque y siento el silencio que nos rodea. Te juro que recuerdo perfectamente, como si lo reviviese, que yo iba hablando y mi abuelo me dijo de pronto: ‘’Kijk is, kijk is! (mira, mira)’’. Era una persona muy especial.
H – Tengo la impresión de que nunca escribirías una obra con personajes planos o al servicio exclusivo de la trama. Incluso en Cuando el oro aprieta (Amarante, 2019), una obra cómica al estilo de Eduardo Mendoza, te esfuerzas por transmitir la complejidad psicológica de tus personajes. Ya que estamos, háblanos de Diego “el Serranillo”.
B – Diego el Serranillo, de alguna forma, no deja de ser un poco yo mismo: alguien que se ha marchado de su tierra y, en cierto sentido, siempre tiene en mente volver algún día. Si escribí Cuando el oro aprieta y creé un personaje como Diego es gracias a Eduardo Mendoza, porque fueron sus obras las que me abrieron verdaderamente al mundo de los libros.
De esto hace ya muchos años, obviamente. Hubo una época en la que solo leía libros de humor. Me encantan.
H – ¿Qué nos puedes contar de tu próximo trabajo literario?
B – Mi próximo libro ya está terminado. En cuanto a temática, es muy distinto a los tres anteriores y es el más largo de todos con diferencia. Espero poder encontrar alguien interesado en publicarlo en este proceloso mundo literario.
H – ¿Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor?
B – Sí: que cambie de sueño. Ja ja ja. No soy nadie para dar consejos de escritor, pero lo más realista que podría decirle a alguien con la intención de publicar un libro es que tenga mucha paciencia.
H – Recomiéndanos un/a autor/a. Sólo uno.
B – Voy a hacer trampas. Voy a recomendar a un escritor fallecido y a otro actual.
Actualmente me encantan los libros de Albert Sánchez-Piñol. He leído cinco libros suyos y me habría gustado escribir cualquiera de ellos.
De los que ya no están, me encantan los libros de Jorge Luis Borges. Su forma de escribir era única, muy peculiar. Y los temas que trataba en general en casi todos sus textos (incluso en un poema) son temas que me apasionan. Es como si hubiese escrito para mí.
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