
Autor: Alfredo Álamo
Editorial: Obscura
Género: ciencia ficción
Extensión: 182 páginas
El sueño de Escila es una obra breve y sorprendentemente eficaz. Una space opera que, sin dejar de primar el entretenimiento, propone una divertida visión sobre el potencial y los peligros de las inteligencias artificiales. Con desparpajo y talento, Alfredo Álamo humaniza a los androides, los sitúa en un plano de igualdad con los humanos (¿habéis visto la serie Westworld?) y, en un giro propio de un videojuego, enfrenta a lo peor de los suyos con lo peor de los nuestros.
Álamo juega a ser dios. Construye un universo entero para divertirse con la Escila, una nave que surca la galaxia buscando un destino al que no llegará jamás. Los humanos que la habitan, criogenizados, ignoran que probablemente mueran antes de encontrar un planeta que colonizar. Y es sabido que la mayoría de los dioses tienden a la pereza y a eludir responsabilidades. Por eso, el autor valenciano también da vida a Navegación, su demiurgo: una IA que gobierna la nave y genera entornos virtuales para que las mentes de los humanos “vivan” a la espera de alcanzar su incierto paraíso. También será a ella a quien habremos de reclamar cuando las cosas vayan mal, pues creará (¿a su imagen y semejanza?) a los Respaldos, un puñado de androides que velarán por que todo funcione en el plano físico.
Sin embargo, y a pesar del potencial de la idea, Álamo prefiere dejar las cuestiones morales y metafísicas (quizá estas últimas solo las vea yo, que no ando muy bien de la azotea), en manos del lector. Porque a esta novela se viene a divertirse, a jugar, y para eso la llena de acción con un detective a la caza de un asesino en serie, una bibliotecaria convertida en sargento de combate, monstruos salidos de los rincones más oscuros de las líneas de código y un Respaldo imperfecto que, tal vez, sea la única esperanza de los seres de silicio y de carbono.
Aquí, la prosa de Alfredo Álamo es, como casi siempre, ágil, contenida y eficaz. Se apoya en el vocabulario informático lo justo para hacer creíble la historia, pero no deja que la obra pierda la accesibilidad y el dinamismo que caracterizan a las space operas y los thrillers de acción. Como decía al principio, dota a las IA de voz, emociones y conflictos internos, hasta convertirlas en personajes con los que empatizar. Y la historia, en su brevedad, condensa más ideas que muchas novelas de quinientas páginas. Solo un pero: la Escila no es una nave generacional, tal y como indica la sinopsis. En una nave generacional, los pasajeros nacen, se reproducen y mueren a bordo; no viajan criogenizados.
¿Qué criatura no mentiría a un padre (o a un dios) al que teme? ¿Pueden los universos simulados ser el nuevo paraíso? ¿Es esta realidad lo que vemos o solo lo que nos hacen ver? ¿Te atreverías a saltar de tu mundo al de la Escila?
Una reseña de David M. Hefesto

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