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Novela: El que susurra
Autor: John Dickson Carr
Editorial: Who editorial
Género: misterio y suspense
Extensión: 253 páginas
Precio: 21,50€
RITUAL
Debo reconocer que no me gustan las novelas con temática de vampiros, al menos las últimas tendencias de décadas atrás. Por eso me alegra descubrir este texto, El Que Susurra, una original obra (supuestamente) sobre vampiros escrita en 1946. Qué coses.
Pero vamos a indagar. Tenemos entre manos un texto de misterio y con pizcas de sospechas sobrenaturales, por el origen del enigma a resolver y de la presunta asesina. Y, además, el personaje protagonista, el doctor Gideon Fell detective por excelencia de Dickson Carr, no figura más que como secundario en la trama, vital, deductor, pero secundario. Más valor incluso para la construcción del argumento.
El tema: Miles Hammond es invitado al club del asesinato por su buen amigo el doctor Fell. En un restaurante se reúne tan peculiar grupo acogiendo a un ponente para debatir sobre crímenes, posibles, realizados o imaginarios. Pero al llegar, este hombre, heredero de su época y traumado por la guerra, solo halla a ese ponente y a una joven, sin que aparezca nadie del susodicho club. Intrigante. Después, el actor principal del evento, incluso sin sus anfitriones, narra para ese único público de dos la historia de la muerte sin solución de Howard Brooke, en una torre, apuñalado por su propio estoque, solo, desaparecido el dinero que cargaba con él. La sospechosa, libre como el viento por falta de pruebas, culpable pública, una bibliotecaria y secretaria a su servicio, y emparejada con el hijo de Brooks, Harry. Ella, quien se supone que voló hasta la torre para ejecutarlo con sus poderes de vampira. Más tarde, Miles, sugestionado, contrata a esa misma mujer sospechosa, Fay Seton, para llevar la esplendorosa biblioteca heredada del recientemente fenecido tío. Eso solo en los primeros capítulos, como avance. Luego se pone bien, mejor, sorprendente.
En este delicioso y maquiavélico suspense de tintes góticos se van introduciendo más personajes, desgranando tanto lo que ocurre en el presente, en esa mansión familiar, como lo acontecido para desvelar los verdaderos hechos en la funesta torre y en aquella época, incluido el vampirismo de una hipnótica Fay, quien consigue, desde las descripciones ajenas, atrapar a lector(a) y miembros del reparto de la novela. En una sucesión de actos con talante suave pero de gran profundidad, giros mediante, acudiremos al clímax con nuestras elaboradas peroratas de teorías de conspiración para ese crimen, descubriendo que no sabíamos nada, porque el autor ha ido, sin un ápice de trampa, varios pasos por delante. Y eso deja un regusto estupendo.
La trama, en sus dos ciclos, se forja hilada, con ese nexo central que es Miles y su obsesión por Fay, y arropado principalmente por su hermana y marido, por el Doctor Fell, por Bárbara Morell, y por el locutor de la reunión iniciática inconclusa del club de los asesinatos, el profesor Rigaud. Como ven, trama y personajes se entrelazan para conformar un todo, cada uno oportuno, conveniente, perfecto en su ajuste de esas dos historias que confluyen en un final dramático que nos devendrá ojipláticos, con lo cual, ya hemos desglosado gran parte de la obra, sin permitirme revelar más, dejando todo el misterio para ti y tu disfrute. El resto, con ritmo creciente que acaba por obligarte a seguir leyendo, a lo cual colaboran esos capítulos de siempre diez páginas. Todo estudiado.
Eso sí, la atmósfera, con ese tono gótico, contiene escenas clásicas que reverberan, sobre todo por lo que nuestra imaginación, la tuya o la mía, hará con esos escenarios. Contagia. Debo decir, por otro lado, y esto es algo común en muchos manuscritos de otra época, que sufre de reiteraciones verbales, fluyendo de igual manera. Se nota en la sonoridad de la lectura, y quizá en nuestras modernidades sería de recibo una corrección de estilo para diversificar ese lenguaje verbal (en el resto, la prosa se mueve por encima de la media), pero me veo obligado a comentarlo.
El Que Susurra, una obra detectivesca, de intriga, de misterios abiertos, de sabuesos, de personajes atormentados, de ínfulas regadas por el horror gótico de otra era, el que se intuye y casi no se muestra para que seas tú el que termine de desarrollarlo en tu cabeza, en tu fantasía que se une a la de la novela. Lo he pasado muy bien recordando otras lecturas similares, como digo, pertenecientes al pretérito, de las que esta es deudora y a las que no le debe ninguna envidia. Así que recomiendo El Que Susurra, de John Dickson Carr, y voy a buscar más acerca de su bibliografía.
Ya sabéis, apostar por lo clásico es apostar por la buena literatura. Ya sabes lo que te ofrece este texto. Súmate a la apuesta.
Pd: he sentido reminiscencias de una grande que también conocí relativamente reciente, Helen McCloy, quien manejaba registros similares a la creadora de Poirot, y gustaba también de elementos paranormales. Me han dejado una sensación de boca igual de positiva.
Una reseña de Román Sanz Mouta
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