Ya no puedo pasear por las calles de Madrid sin verlas teñidas de rojo. Esta tremenda narración me ha hecho vivir el apocalipsis en mi propia ciudad y ha disipado mis dudas sobre si realmente me gustan las novelas de terror.
Con capítulos cortos, Sergio Moreno desarrolla la historia en dos líneas temporales. La primera nos sumerge de lleno en el misterio inyectándonos tensión la adrenalina. La segunda, de inicio más pausado pero que va ganando peso a medida que pasamos las páginas, nos hace encariñarnos con Darío, un niño de apenas 11 años que desde el principio demuestra su gran humanidad e inteligencia.
Aquí encontraréis de todo; drama, tensión, algo de gore, imágenes de catástrofes al estilo hollywoodiense… pero en su justa medida. Es innegable que la literatura y el cine ya nos contaron historias así desde mediados del siglo XX. No os puedo decir a que reconocibles obras me ha recordado esta aventura porque, aunque mi maldad sea infinita, me acabo de convertir en fiel seguidor de Sergio Moreno y me gustaría que lo descubrieseis por vosotr@s mism@s. Pero no debéis preocuparos; aunque las influencias sean más que notables, esta novela tiene identidad propia. En ningún momento pensaréis que estáis ante un plagio ni un ‘homenaje’.
Y es que es muy difícil desarrollar una historia así sin que se atragante el nudo o sin que el final resulte facilón. Pero el autor sabe perfectamente donde va y se las arregla para mantener el interés del lector durante todo el libro. Por un lado te asfixia, te hace sentir que es el fin, pero por otro siempre deja un pequeño hueco para la esperanza lo que te obliga a seguir pasando páginas sin poder dejar de leer. Además, aunque parece una novela de pocos personajes, no lo es en absoluto. Sólo que cada uno espera al momento perfecto para mostrarnos su vida o su interior. Y sí, también os esperan algunos giros argumentales.
En cuanto a la manera de escribir de Moreno, no es demasiado adornada ni poética. Es correcta, directa y efectiva. La ideal para mantener un ritmo trepidante.
Ahora los peros:
Al principio la novela exige un pequeño acto de fe para creer en la forma en que se propaga la ‘plaga’ causante del desaguisado. Pero es un precio pequeño a pagar por un relato tan adictivo y absorbente.
También encontraréis alguna ‘cosilla’ que puede que contravenga las leyes de la física, como mínimo las de Newton, ¿pero realmente importa? Si leemos este tipo de historias para entretenernos, sorprendernos e impactarnos, tras pasar la última página podréis marcar un triple check con las tres tareas cumplidas.
Así que, volviendo a lo que decía al principio, tod@s l@s que penséis que no os gusta la literatura de terror deberíais leer este libro. Aquí disfrutaréis de la tensión y la angustia sin necesidad de música estridente, golpes de puertas, ni demás trampas cinematográficas.
Además, un final perfecto nos recuerda que no somos el ombligo del universo y que la vida y la supervivencia son, en esencia, una cuestión de azar (o una gran broma).