
Autora: Anne de Marcken
Editorial: Narrativa Sexto Piso
Género: zombizología reflexiva
Extensión: 143 páginas
RITUAL
La asunción de una no muerta.
La realidad de una no muerta.
El periplo filosofal en el viaje iniciático de una no muerta abandonando su comunidad no muerta.
El amor perenne de una no muerta.
Los recuerdos y añoranza de una no muerta.
Las ausencias de una no muerta.
La compañía solitaria de una no muerta.
La visión de una no muerta del presente que ha colaborado en crear.
Pero, ¿y si no se trata de una no muerta, y si está más viva que aquellos extintos que se daban por vivos, y si es la realidad de la existencia? Me genera la novela de Anne de Marcken una duda plausible. Porque me siento demasiado cercano a esa no muerta, a sus no sentimientos llenos de emociones, a sus huecos por llenar, a su pesimismo latente.
Y lo hace en una mezcla de primera persona con segunda que te interpela como lector(a), que te obliga a reflexionar sobre la sociedad misma, la nuestra, actual, corrupta, y su futuro apocalíptico, indudable, que cada vez se cierne con más premura.
La sociedad deviene en nueva sociedad más gélida, nada de cambios, sustituciones. Perduran los vínculos, nuevos, por asociación de muerte. Perduran las comunidades, distintas, hermanas. Perduran las inquietudes, más lentas. Y, sobre todo, insiste el hambre, que no torna sus intenciones nocivas, quieras carne humana, o medración oportunista en la sociedad, dinero, poder.
La manera en que habla y me habla la protagonista, erudita pese a su supuesto cerebro simplificado, ejerce como ejemplo. Su manera de pensar y repensar, su método a modo de observadora de lo que fue y ahora es y no es, su avance imparable al oeste y a ninguna parte, su nula ambición (que quizá se convierta en deseo).
Me une a la lectura, a la novela por capítulos que avanzan en esa travesía por la devastación americana (caminos, senderos, decisiones sin decidir, dejarse llevar, una carretera eterna…) de vuelta a su mayor pasión, a su mejor pasión, a su mejor otro yo que no era ella, sino otra a la que extravió excepto en su memoria. De forma truculentamente suave.
La historia sin duda es original dentro de un subgénero manido debido al estilo propio de la autora. Brilla en prosa, brilla en cercanía, explota en complicidad, aunque te cueste concebirlo.
El personaje es la historia y el estilo. Además de la atmósfera, a través de sus ojos vacíos, que solo ven en clave finada.
Su desenlace, desde esa caricia que suponen las palabras de nuestra nueva mejor amiga literaria no muerta, crea y desmonta y destruye y engendra.
No generaré más expectativas ni gastaré frases que acabarán en el abismo, visto nuestro devenir. Eso sí, dentro de lo extraño, con un sentido del humor perverso que saca hilaridades desde la nada, sorprende y contagia esta obra, Dura una Eternidad y en un Instante se Acaba. Encandilado quedo porque me ha tatuado su huella, y me obliga a seguir con mis propias preguntas, porque, ¿qué nos viene encima como descastada humanidad? ¿Y por qué una no muerta es más humana que cualquier humano de nuestra era? Para cada cual, tendrá sus propias y personales hipótesis, y, sobre todo, será una experiencia íntima e individual.
A disfrutar con un estremecimiento, con una introspección. Con buena literatura.
Pd: que debamos morir para apreciar la vida en su totalidad es la penúltima ironía de nuestra especie, porque siempre, siempre, podremos ir a peor…
Una reseña de Román Sanz Mouta

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