Cuando nos acercamos al género de moda (novela negra) evidentemente esperamos a un detective o investigador atormentado, un asesinato o varios con pistas extrañas y una lista de sospechosos que incluya al 70% de los personajes. Además, si el ambiente no es hostil, se le tiene que complicar bastante al protagonista que además, debe sufrir por un amor imposible o mal llevado. Bueno, pues todo eso lo encontraremos en esta novela. Pero, ¿Qué hace que la obra de Elmer Mendoza sea diferente?
Lo primero que atrae cuando un@ escucha hablar de esta novela son dos cosas: la etiqueta de «narcoliteratura» y el personaje de Edgar ‘el zurdo’ Mendieta.
Respecto a lo primero diré que tenía algo de miedo de que el libro fuese poco más que una sucesión de hechos salvajes de cariz amarillista pero no ha sido así. El personaje del narco se incorpora como un elemento más del paisaje social mexicano. En pocas palabras nos hace cercanos a esos hombres y mujeres que procedentes del medio rural en su mayor parte, son aún hoy pequeños dioses sin piedad a los que el sistema obedece y protege.
En cuanto a Edgar Mendieta, pues tampoco defrauda. Se aleja del perfil que últimamente nos invade, de investigador excéntrico o con algún rasgo especial que le hace genial. En realidad es un hombre bastante gris hasta en su manera de vestir (siempre de negro). Atormentado por traumas de infancia y por un amor breve e intenso que resultó imposible según sus necesidades, recurre a ansiolíticos y terapia para seguir adelante. Intolerante en extremo con los narcos a los que guarda rencor por enfrentamientos pasados que le obligaron a salir de narcóticos (aunque según dice, en México todos los policías son de narcóticos), no sabe detenerse cuando se lo ordenan incluso a riesgo de su vida. De hecho, a veces da la impresión de buscar la muerte como para acabar con una existencia infeliz.
Pero lo que a mí más refrescante me ha resultado han sido los diálogos divertidos, plagados de mexicanismos que a veces me dificultaban la comprensión exacta de determinadas frases, pero me metían en ambiente sin paliativos. Es cierto que la manera de Mendoza de plasmar dichas conversaciones es bastante heterodoxa, pero no me ha resultado nada incómoda.
En cuanto a la trama policíaca; su peso no es mayor que el de la novela social que encierran las páginas del libro. Creo que este es otro punto fuerte de la obra. Nos traslada a ese México de narcos, corrupción y políticos dudosos hasta el punto de preocuparnos más por la supervivencia de los protagonistas que por desvelar los misterios planteados.
Por supuesto, también hay puntos débiles. Por ejemplo, el personaje de Goga Fox, la mujer que le trae la felicidad a Mendieta para luego arrebatársela, no me parece creíble. Al menos no en cuanto a la relación con el Zurdo. Una mujer tan glamourosa, de tan altos vuelos, no me acaba de cuadrar en la misma cama que un tipo como Edgar que no genera en sí mismo ningún atractivo para atrapar a alguien así.
Además, la novela me ha podido resultar excesivamente masculina, sobre todo por las expresiones empleadas que, supongo, podemos disculpar por ser reflejo de los personajes. Y hablando de personajes; Mendieta es el único realmente explotado, descrito con matices y en profundidad. Incluso su compañera es casi un elemento decorativo. Espero que en los siguientes libros de la saga conozcamos más al resto de compañeros de viaje.
En todo caso se trata de una novela policíaca diferente y muy recomendable que te deja con la duda: ¿es más importante la justicia, la venganza o la ley?.