Manteneos alejados de este texto blasfemo pues los heréticos conocimientos ancestrales que guarda os conducirán irremediablemente a la locura. Vuestras mentes no están preparadas para descubrir los inefables secretos procedentes de grimorios prohibidos y vetustos manuscritos malditos que nuestro Maestro Olmedo Vázquez, heredero de Lovecraft, ha reunido gracias al estudio de la correspondencia, diarios y documentos que otrora pertenecieran a sus colegas los profesores Kleinman y Lindgren.
No os dejéis engañar por su exquisita prosa propia de siglos pretéritos, por sus exhaustivas descripciones de horripilantes seres primigenios y macabros rituales, ni por su magnífica descripción del modo de vida e ingenios del primer cuarto del siglo XX. Este aparentemente inocuo entretenimiento que transcribe las cartas y diarios fechados a partir de 1921 entre los dos investigadores de lo oculto y que condujo al primero de ellos a la maldita ciudad de Salem antes de su desaparición, es mucho más de un compendio de leyendas olvidadas o negadas por la historia. Las páginas que contiene ilustrarán al adepto y martirizarán al incrédulo con conocimientos sobre civilizaciones antediluvianas, seres extraterrestres, infames cultos nacidos tras la aniquilación de los templarios y la realidad que esconden diversas mitologías tomadas por quimeras. Y a medida que avancen en esta sacrílega lectura y se imbuyan en su malsano ambiente de tensión creciente dando crédito tanto a los mitos Lovecraftianos, considerados mera literatura por los ignorantes, como a los vilipendiados tratados medievales sobre ocultismo, se irán acercando a la última y terrible verdad sobre la naturaleza de G’hlak el destructor, el que se gesta bajo nuestros pies, y su padre Azathoth que habita en el centro del cosmos.
Todo está relacionado. Todo forma parte de una terrible verdad que, como a los hombres descritos en este pérfido volumen, hará encanecer o arrancarse sus propios ojos a aquellos que no tengan el valor suficiente para ponerse al servicio del dios de la carne y de la sangre. Como nuevo adepto a este culto ancestral haré cuantos sacrificios sean necesarios, cualquier acto que me sea ordenado por deleznable y repulsivo que parezca, para ocultar la verdad sobre la Ciudad de Sarkomand, el Malleus Maleficarum, los seres titánicos repletos de probóscides vermiformes cuya existencia se ha negado durante siglos y cualquier otro sórdido conocimiento que revele indicios de la llegada del que ha de venir.
Por tanto, os repito mi advertencia: ¡manteneos alejados de este infausto libro! Si lo leéis, vuestra percepción del cosmos cambiará para siempre y si no os sometéis a los verdaderos dioses, crueles e ininteligibles, nos veremos obligados a daros caza; tal vez os convirtamos en alguna suerte de bestia porcina u os sacrifiquemos para alimentar con vuestras vísceras a nuestro señor. ¡No leáis más! ¡Huid!