Corrí mientras caían pequeños copos de nieve a mi alrededor y sobre mí, pero no importaba, estabas allí, distraído, con las manos en los bolsillos, el abrigo cerrado, tu pelo rojo revuelto y esa paz que transmitías por donde pasabas.
—Las luces nos esperan —te sonreí.
—Tienes la cara roja — sacaste un gorro negro del bolsillo y me lo pusiste—. Ya era hora de verte fuera del trabajo.
Empezamos a caminar por las frías calles, las luces de navidad eran preciosas, coloridas y brillantes, pero no podía evitar mirarte a ti.
—Gracias por el gorro —me reí dándote un pequeño empujón con la cadera—. Y bien, Aki, cuéntame qué te ha llevado a invitarme a ver las luces, sentir el frío en mis mejillas y a pasear a tu lado.
Echaste la cabeza hacia atrás con suavidad y te reíste como un niño.
—Te escuché comentar que te gustaría verlas —me tendiste la mano y sin pensarlo te la cogí.
Sentí un leve dolor en la muñeca, pero no importaba, estaba feliz por escuchar eso, por notar el calor de tu mano y pensé en que ojalá pudiera sujetarla por siempre.
—¿Has visto ese reno? —grité riendo —. ¿Te has fijado en que esas luces parecen un montón de estrellas? —volví a coger tu mano—. Esto no existe en Lakes.
Te detuviste unos segundos, sabía lo que me ibas a preguntar, pero no podía decirte la verdad, busqué la tranquilidad en tus ojos, uno azul y el otro gris, ahí estaba, ladeaste la cabeza y sonreíste.
—¿Dónde?
—En mi pueblo —te sonreí para ocultar mi tristeza—. Continuemos, todavía nos espera ese enorme árbol.
El dolor de mi muñeca incrementó, sabía que no era buena señal, pero lo dejé de lado.
Al llegar al centro de la ciudad, vi el árbol, era precioso, parecía mágico, por un instante sentí que me permitiría quedarme allí contigo, pero sabía que no era así, el dolor empezó a ascender por mi cuerpo.
Me di cuenta de que no contemplabas la decoración, me mirabas a mí y no pude evitar abrazarte.
—Veo que tenías ganas de estrujarme —te reíste de nuevo.
Cerré los ojos para poder guardar ese sonido, esa noche y esa mirada en mi corazón.
Noté un dedo frío dar un toque en la punta de mi nariz, al abrir los ojos supe que me ibas a besar y al sentir tus labios empezaron a caer lágrimas por mis mejillas.
—Prometí encontrarte en cualquier vida.
El dolor se extendió por todo el cuerpo, pero te sonreí, comprendí al ver tu mirada que habías recordado tu destierro, la pérdida de memoria y la maldición de mi padre, con un solo roce no habría marcha atrás, empezaría el dolor y en una hora me desvanecería ante ti.
Empezaste a llorar, quise decirte que volveríamos a encontrarnos, pero sentí cómo mi cuerpo se desplomaba en el frío suelo, noté tus manos cálidas y temblorosas abrazándome, intenté acariciarte la mejilla y me besaste mientras me desvanecía como el tiempo.
Relato nominable al II Premio Yunque Literario
Soy Jooy, de pequeña entré en el mundo de la literatura y desde entonces, se convirtió en mi hogar.
Mis mayores aficiones son leer, los videojuegos, ver anime y las películas de terror/gore.
Me gustan mucho los animales, de hecho, tengo tres gatitos a los que les dedico todo el tiempo que puedo.
Con doce años empecé a escribir historias de terror sobre mi grupo de amigas y años más tarde subí algunas historias románticas a Wattpad, aunque terminé retirándolas.
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