La edad del otro Hijo de Dios menos un mes, seco en carnes, mediano en altura, manos con uñas esmeradas, pies planos, dientes perfectos, serio en toda ocasión. Un Hombre Prototipo que, a pesar de serlo, nunca encajaba bien en ningún lugar de La Tierra, menos aún en un trabajo mezquino bajo Ella. Codazos de todos los directores a todos los subdirectores cada vez que Andrés arrastraba los pies hasta la oficina principal de cualquier puesto, en cualquier ciudad que le fuese asignada. Miradas cómplices entre cualquier jefe y cualquier compañero que no fuese Manuela. La burla perseguía a Andrés casi tanto como la envidia por ser quien decían que era… Un No Cualquiera.
-Es la tercera vez que le llamo la atención, Andrade, otro informe desfavorable sobre usted, y me veré obligado a reconsiderar su capacitación y proponer su traslado. ¡A ver, Andrés, sabe que le tengo en alta consideración!, ¿no podría usted hacer el esfuerzo de obedecer, exactamente, las órdenes que se le dan?
Andrés dio un “sí” más y se fue, como otras veces, arrastrando los pies hasta su apartamento situado en el mismo Edificio del Estado, pero treinta pisos más abajo.
En cuanto la puerta lo reconoció, Andrés entró erguido; con gesto metódico siguió el Manual de Autoayuda para el Sano Comportamiento Humano, y hechos todos sus deberes, se durmió después del último pantallazo-pastilla televisivo del único canal disponible de los trescientos posibles.
Al otro día, acudió con normalidad al trabajo, le esperaba impaciente Manuela, su preciosa ingeniera tándem, mostrándole su diseño, cubierta su boca de ciertos nervios mal disimulados. Y apenas le dijo, con esos ojos de caballo que tanto le gustaban a él: “hazlo en esta ocasión como se te pide, por favor Andrés, no quiero perderte”, vio cómo ella temblaba dentro de una lágrima traicionera que había descendido al papel sin mermar, ni mínimamente, la calidad de la tinta empleada en todo el dibujo (exacto en medidas y proporciones). Extendido el plano, a falta de completar dos detalles y poner la firma de ambos, Andrés volvió a mirarla a los ojos, se llevó el plano a su mesa, hizo lo que tenía que hacer y lo entregó a Manuela. Esta, a ciegas, firmó al lado de Andrés Andrade y suspiró como si la vida fuese ese nombre expuesto en un trozo de papel.
Al día siguiente, Andrés fue trasladado de “Diseños el Futuro Común” a no se sabe dónde… Manuela, con ojos de caballo muerto, firmó un diseño cuadriculado y sin fallos, al lado de Julio Expósito y evitó suspirar por si El Ojo grababa su tercer suspiro en los primeros tres días del mes tres del año 3003 después de Dios Venido a La Tierra.
Las risas se colaban por debajo de la puerta maciza, ese hueco al descuido fue obra única de Andrés no cuestionada, una pequeña concesión a sus diseños que, como nuevo en La Empresa del Estado, se había tolerado y que, por diversos motivos, a sus compañeros e incluso al Señor Riñones, tan poco dado al cotilleo, les había servido de distracción las horas de tedio, casi todos los días del año. El sonido de las conversaciones entraba y salía y todos disimulaban que conocían el por qué… Andrés nunca pensó en ese fin, también eso lo aseguraban todos con boquilla estrecha.
-No me digas, Jureles, que no ha tenido narices la cosa; se lo advertí en tres ocasiones, pero ha hecho caso omiso y ha tenido los arrestos de presentar una Máquina Madre de Reproducción Asistida con tetas, vulva peluda y pies planos… Tenías que haber oído los gritos de La Suprema, todavía estoy temblando y al mismo tiempo no sabía cómo aguantarme la risa, tengo que dar gracias a mi temple el que no me viera arrastrado con Andrade a su misma suerte… ¡Con la perfección lograda por la Base Idea de Manuela! Esa cuadrícula perfecta a falta de dos tornillos, ¡ni eso supo poner el cenutrio! Este muchacho no se puede arreglar. Lo veo degradado y en puestos de limpieza de Máquinas en menos de un año, por muy sobrino que sea de La Ilustrísima.
Y los dos jefecillos de la sección trescientos treinta y tres extendieron la risa por el único lugar por donde podía correr al resto de oídos. Las paredes acolchadas de todas las oficinas, previstas para evitar agresiones propias o ajenas, no consentían ni un susurro fuera de sus dominios, pero el hueco de Andrés se hizo popular enseguida, y eso lo multiplicaba todo por tres cada vez que se instalaba una nueva puerta en cada edificio.
Pasaron tres semanas anodinas, y Manuela, arriesgándose a una ruina laboral y personal, fue a visitar a Andrés a su nuevo destino, tres ciudades debajo de la suya. Tan simple como llamar a su puerta y el salto parecía precipitarla al descontrol, pero quería ir y fue… Andrés le abrió aún en bata de Hombre Especializado Tres, y a ella le pareció el ser humano más atractivo del mundo. El deseo sexual se encontraba ridículo, como un hecho denostado e incluso perseguido en las Clases Élite, pero Manuela sabía que no tenía remedio, ya no había nada que pudiera hacer consigo misma, lo había probado todo y ningún tratamiento había conseguido que, después de algo más de tres años, aquel joven tímido con una deliciosa taza de té en la mano dejase de excitarla, hasta el punto de sentir que su cuerpo se deshacía en cálida humedad y la perturbaba la mayor parte del tiempo que compartían y otro tanto del que pasaba en soledad. Bebieron lento mirándose frente a frente, sentados sobre la cama impoluta de Andrés, y El Ojo, como serpiente en medio de Adán y Eva, persiguió sus gestos, enroscándose en sí mismo, entre los cuerpos de ambos.
-Estás mejor de lo que me imaginaba. Le dijo ella, intentando darle ánimo a él.
-Sí, estoy mejor de lo que me imaginaba. Le dijo él, intentando darle ánimo a ella. Tengo un nuevo puesto 33 pisos más arriba, soy jardinero en una de las casas de mi tía. Las flores de los olvidados son mi fuerte.
No hubo más palabras.
Una vez acabado el té, treinta minutos más tarde, se despidieron dándose la mano, con el Ojo puesto encima de su unión. La mirada de Manuela prometió otra visita y la de Andrés la recibió con su silencio conforme. Quizás el Ojo también entendería un tal vez… Los dos esperaban que sí.
En cuanto se cerró la puerta, El Ojo volvió a su estado natural de reposo no previendo ningún acontecimiento relevante más en la aburrida vida de su Observado Andrade.
El vulgar ojo humano, cansado (tras la pantalla), también se desconectó y 303 se fue a desayunar a la minúscula cocina, con tan solo un dispensador de agua caliente, pasado de moda, como único electrodoméstico a la vista. Saboreando sus pastillas verdes, pensó 303 que por fin tenía algo que poner en la ficha de “Novedades”, casi ninguno de sus Observados era tan rutinario como Andrés, puede que con la anotación de hoy, el Supervisor de 303 le ampliase un poco más el radio de acción de su Ojo… No estaría mal saber lo que hacía Andrés en su cuarto de baño todas las mañanas antes del desayuno. Tardaba demasiado en su aseo personal, trece minutos y tres segundos más de lo habitual en su rango de género, edad y salud física y eso siempre era sospechoso para un Ojo Observador…
Tres segundos después de adivinar el imperceptible tic de la desconexión del Ojo, Andrés se fue directo al cuarto de baño. Su apartamento era una sola pieza de un tamaño más que aceptable, aunque muy desprovisto de mobiliario, tan solo una silla, una mesa, una cocina (que consistía en un calentador de agua para infusiones de última generación, o lo que es igual, con un té incorporado de tres mil variedades), una cama, y un armario de treinta por treinta centímetros, para las pastillas, situado en un pasillo frente a la puerta, que permanecía iluminada siempre que su dueño tuviese alguna compañía o detectase algún objeto considerado imprevisto en la normalidad de su categoría… Ni ventanas ni luz natural por ninguna parte. Una inmensa Televisión (toda pantalla) rodeaba las cuatro paredes de la habitación; a través de ellas, un dispensador de ropa limpia y recogedor de la sucia junto a un brazo asistente que organizaba e higienizaba el habitáculo, hacían innecesario cualquier otro elemento. El cuarto de baño, también un cuadrado añadido y con una puerta idéntica a la de la entrada, era el único espacio íntimo, propio, inaccesible a ojos que no fueran los de su propietario, pero Andrés sabía que esta prebenda no duraría mucho tiempo. Siempre lo había sabido. El autoengaño no iba con él.
Ya en el cuarto de baño, se desprendió de la bata y completamente desnudo cogió, con sus manos flacas y largas, su mayor orgullo, su máquina mágica, el diseño que más satisfacciones le había proporcionado desde hacía algo más de tres años… Todo se lo debía a un invento de su amigo Rafael. Rafael, sí, un extraño compañero, inquebrantable en su afecto y único amigo desde su niñez, cuando Andrés puede que creyese aún que Rafael era un Rey Mago de Oriente, porque Rafael, extremadamente inteligente como él, había hecho un descubrimiento que fue celebrado tan rápidamente en el Mundo Conocido como prohibido inmediatamente, y sólo La Suprema, La Ilustrísima y Dios Padre poseían la fórmula para su fabricación. Rafael, al principio muy alabado por Los Tres, al ceder la patente al Estado fue condecorado con La Máxima Distinción Posible (Vida Eterna Grado 3) y, también, recluido casi al mismo tiempo en una sala de reciclaje donde tres veces al mes se le extraía semen para su posterior altruista donación a las Clases Élite. Convertido en un héroe que solo vivía de cintura para abajo, su cerebro fue unido quirúrgicamente a sus conductos seminales y yacía como un animal de laboratorio permanentemente anestesiado, aunque tampoco a nadie le importaba si el cálculo de su sedación era suficiente o no. Su corazón comunicaba grotescamente con su pene erecto y para más INRI , Andrés se había enterado de que una de las máquinas diseñadas por Manuela y por él , una que habían considerado, Los Tres, sobresaliente y admirable, era el útero mecánico que mantenía a Rafael en ese estado inmoral de perpetuo sufrimiento.
Sí, él también conocía la fórmula, y casi cualquier cosa se podía conseguir en el mercado clandestino si se tenía su buena planta y los códigos de inmunidad robados a su tía, un día que Andrés entró para colocar unas orquídeas sin sangre en su despacho de Todopoderosa. Engañar a la puerta fue una tontería, la fortuna quiso que esa puerta en concreto fuese un diseño propio de unos primeros tiempos, algo más libres que éstos últimos tres.
Sin más, la máquina mágica de treinta por treinta centímetros de avidez, dotada de invisibilidad por la fórmula de Rafael, abrió su agujero de silicona perfecto en su suave, pero precisa curvatura, y admitió el frenético vaivén del miembro de Andrés; el cuadrado perfecto de su estructura parecía quebrarse con la creciente excitación de aquel pedazo hecho carne de ser humano, ni un solo adorno distraía la mente de Andrés del objeto de aquella creación.
El Sistema estaba siendo sometido, cada mañana de cada día fuese uno, dos o tres, mientras él llegaba al éxtasis con la imagen de unos ojos de caballo clavados en su memoria, en el cuarto de Libertad que debía a su amigo Rafael, nacido la noche 24 del mes 6 del año 1966 muchos, muchísimos años antes de la Venida de Dios a La Tierra.
Relato nominable al I Premio Yunque Literario
Soy de aquí y de allá pero ferrolana del 66. Escribo desde que leo pero, afortunadamente conservo todos los libros de entonces h rompí todo lo escrito. Hace unos tres años comencé a guardar algo. Tengo una novela corta terminada que no quiero terminar. Soy irregular e incorregible aunque parezca inmodesta. Unos relatos me salen bien y otros mal pero todos me animan y la gente es tan generosa conmigo que continúo… No descarto ser Capitán Mercante en el futuro porque era lo que quería en el pasado, cuando tenía once años, y a esa edad sabes de verdad lo que te gusta. Este es mi currículum más sobresaliente, tengo otro, pero solo progresa adecuadamente. Soy madre de un hijo mucho mejor que yo y tengo un marido desde siempre. Mi vida empieza con ellos dos. Muchísimas gracias a quien me lea.
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Más leer y escribir= Vida
Gracias a ti por compartir con nosotros tu relato. Nos ha gustado mucho a todos.
Un beso,
Antonio
Interesante historia que como siempre es un placer leerte y sentirte cerca espero con ansiedad tu próximo relato aunque aún disfrutaré volviendo a releer este.
Gracias, Belén. Me siento tan apoyada y feliz leyendo comentarios así… Creo que con tan buenas lectoras, va ser fácil que repita y envíe más, porque esta experiencia está siendo una alegría continua. Gracias y gracias.
Me parece un relato muy original y que tendría que leerse más de una vez y así se encuentran en él cosas que van sucediendo muy interesantes.
¡Me encanta cómo escribe Majo!
Muchísimas gracias, Mar. Me gusta mucho lo que dices y como soy de resaborear, leeré tu comentario más de una vez… Un abrazo y un reabrazo. (Casi todo lo que me gusta lo intento repetir, mil veces gracias)
Intentaré gustarte otra vez. Prometido, Mar.
Tes, te abrazo infinito. Ese gusto tuyo me sabe a gloria. Gracias con todo mi corazón.
Veo una similitud sorprendente con el loco y genial Sanz Mouta, mi querido amigo, en este uso del lenguaje como si fuese al tiempo un prospecto de una medicina y un resumen de una obra de mayor extensión que deviene en cuento; sé que suena raro, pero así lo veo y leo, y me gusta.
El uso reiterado del cliché futurista (el gran ojo, las ciudades subterráneas, la comida en pastillas comprimidas, etc) no impide un disfrute del relato en todos los niveles.
Mi enhorabuena, que aunque sea poco útil y pequeña, sale del corazón.
A mí me ha sabido a gloria por generosa y dejarme ese gusto de «ojalá la mereciera»… Te tengo que decir que soy más de brújula que un marinero, pero cuando escribo voy imaginando todos los detalles grandes, aunque sólo sepa poner los chicos… Siempre me viene a la cabeza, el antes y el después, au que me apetezca poner el durante porque hay un límite de palabras y eso también me hace gracia.
He disfrutado tanto cada palabra que me has dicho que… la guardaré en el mismo lugar del que te ha salido. Muchísimas gracias, Franky.
Voy por la tercera lectura, una que es un poco lenta, los números me despistan, en cuanto consiga hacerme un poco más con el relato, te planto una reseña, con vídeo y todo.
Me encanta que te hayas animado a compartir en el Yunque.
Laura, esas tres lecturas me hacen sentir feliz. Las tomo como un cariño inmerecido pero que acepto más contenta que una perdiz… ¿Un vídeo? Pero… Esta noche ya sueño con él, y mañana, y pasado… No tengas prisa, el camino de baldosas amarillas si es largo, mejor. Millones de gracias.
Me gusta mucho, tu capacidad para construir este relato, a veces inquietante, y a la vez, reflexivo, sobre el devenir humano, en un contexto futurista.
En cierto modo, una historia, un cuento, un relato sobre el sufrimiento y el gozo, en el que las herramientas para lograr expresarse, quedan determinadas por tu fecunda imaginacion.
Muy original…Sigueeeee.
Blanca, no sabes la gloria que he sentido leyéndote,y lo digo, doblemente, porque ¡cómo escribes!, tus relatos tienen que venir aquí, al @yunqueliterario porque eres única…
Millones de gracias, preciosa.
Muchas gracias. Eres muy generosa. Ya comentaremos.
Por supuesto. Gracias, Blanca.