Estela Melero tiene un talento natural para narrar y lo demuestra en ‘Tierra sobre la memoria’ su Opera Prima. Con enorme valentía y sin complejos ha elegido los primeros años de la posguerra española, los más duros y crueles, para ambientar una historia de amor, dolor, crueldades y muerte.
Exhibiendo una prosa cercana y sencilla, carente de pretenciosidad, logra en muy pocas páginas retratarnos un ambiente rural opresivo donde la población, dividida ideológicamente, debe tener cuidado con cada gesto o comentario para no ser pieza de cobro de alguna rencilla pasada, donde incluso los hermanos anteponen las venganzas al afecto, y donde los vencedores no conocen la clemencia.
Inmersos en este ambiente asfixiante, en el que cada recuerdo nostálgico de un pasado mejor pero irrecuperable causa más dolor que cualquier golpe, Irene y Arturo intentan mantener viva la llama de una historia de amor prohibida, tal vez maldita, a la que se niegan a renunciar a pesar de cada revés del destino.
Esta obra, aparentemente sencilla, no lo es en absoluto. El ritmo ágil y la cercanía de los personajes con los que enseguida conectamos (sobre todo con la hipnótica Irene), nos remiten a otras historias similares leídas con anterioridad, pero en novelas de cerca de seiscientas páginas. Sin embargo en este caso la autora nos guía, en menos de ciento cincuenta, por un viaje intenso en el que cada pieza encaja, donde la documentación histórica y social es precisa y expuesta en su justa medida para apoyar la trama sin dejar que decaiga el ritmo de la narración y donde la crueldad de los hechos narrados (torturas, hambre, violaciones, violencia y muertes), no desvían la atención del lector de la trama principal.
Libros como este no suelen gustar a todo el mundo; las ideas políticas pueden generar un malestar durante la lectura que no permita introducirse en el drama humano. Pero si se le da una oportunidad a la obra de Estela Melero cualquiera verá que, aunque desde el lado de los que perdieron, no habla de las causas de una guerra, y de personas cuyas vidas fueron truncadas o irremediablemente dañadas como consecuencia de ella. Habla de víctimas, sin olvidar que los daños y el dolor golpearon también a los que consiguieron imponerse.