La preocupación social por el daño que le estamos causando al planeta se está reflejando cada vez con mayor frecuencia en la literatura; la proliferación de novelas y relatos distópicos de cariz ecológico que denuncien el problema es algo positivo y necesario.
‘Amanecer Verde’ estaría incluido en este subgénero de la Ciencia Ficción pero cuenta con una peculiaridad que le diferencia del resto: no nos traslada al planeta desolado en el que los supervivientes a la catástrofe deben afrontar las consecuencias, sino que nos lleva a unos años antes del punto de no retorno y nos presenta a un hombre solo que decide cambiar el mundo para evitar (o al menos retrasar) lo inevitable.
Baena, el personaje central de la obra, es un científico de primera línea que tras quedarse viudo y no tener nada que perder, decide no cruzarse de brazos y acabar con el uso de combustibles fósiles de forma anónima y altruista. La adaptabilidad del ser humano y la existencia de alternativas están fuera de toda duda pero, en un inicial estado de shock y siguiendo intereses particulares, las asociaciones y estamentos que dirigen esta sociedad global tratan de volver al orden anterior negándose a ver las ventajas y las posibilidades que se abren camino. En cuanto a los ciudadanos de a pie, no tardan en polarizarse y tomar partido a favor o en contra de la nueva situación.
El desarrollo de esta novela corta contiene mucho más de lo que puede parecer en una lectura desatenta: la descripción de un planeta en el que coexisten la tracción animal y vehículos en desuso desde hace siglos con la energía nuclear, es realmente divertida (que nadie piense que estamos ante una obra steampunk). Y en muy pocas páginas Marcos Fernández nos muestra una humanidad que trata de seguir su camino, donde las clases altas encuentran la forma de mantener sus privilegios y las bajas viven rodeadas de maquinaria inservible que invade sus calles, donde algunas personas están dispuestas a reivindicar acciones de terceros para seguir una lucha que da sentido a sus vidas, y donde las buenas intenciones pueden tener consecuencias inesperadas o costes demasiado elevados.
Esta distopía ambientada en un futuro tan cercano que bien podría ser un presente alternativo, puede parecer algo ingenua y optimista debido a lo ágil de la narración, al mero apunte de ideas que no se desarrollan tanto como habría sido deseable, y a varios pasajes bastante cómicos que quitan gravedad a la cuestión de fondo. Un final, demasiado precipitado y abrupto tampoco le favorece, pues deja al lector con una serie de dudas sobre la futura incorruptibilidad del protagonista, su incapacidad para controlar las consecuencias de sus planes o la posibilidad de una incipiente megalomanía. Y sin embargo, esa forma de cerrar la narración deja con ganas de mucho más y con la historia revoloteando por la cabeza hasta empezar a ver todos los matices que se habían pasado por alto durante la lectura.
¡Más Greenpunk por favor!