Son tiempos extraños. Mucha gente vive deprisa, intentando alcanzar objetivos extraordinarios que les diferencien del resto. Desean ser únicos, los más creativos o los más poderosos, los más longevos o miembros de un grupo selecto. Escuchan la llamada del destino y confían en el reconocimiento de su talento (el que tienen o el que creen tener) ¿Pero por qué lo hacen? Algunos para cumplir su vocación. Pero la mayoría para llenar vacíos, superar complejos, o aplacar miedos. Perseguir metas demasiado elevadas suele ser algo habitual en personas que temen sentirse a la deriva.
Hollywood, ese micro-universo tan deslumbrante desde la distancia, es una pequeña jungla donde convergen los caminos de las estrellas y de los buscavidas, de los que tienen un plan y de los que buscan un atajo. Allí, Madeline Hunter (Mads), una directora de cine muy decidida, ambiciosa y algo altiva, siente que le ha llegado la hora de triunfar; tiene las ideas claras, el guion perfecto (escrito por ella misma), y sólo dos pequeños obstáculos a salvar: la falta de financiación y lograr que George Clooney acepte un papel. Para atenuar el primero consiente en que Gatita Pie, una peculiar estrella del burlesque cuyos servicios son muy solicitados entre los fetichistas más selectos de California, interprete a Dominique Colt (el personaje principal de su película). Para el segundo tendrá que estar atenta y abordar al actor a la mínima oportunidad. No está dispuesta a dejar que nada ni nadie se interponga en su camino, ni siquiera el hecho de que una secta vampírica haya captado a “Deets”, su mejor amigo.
¿Y quién fue Dominique Colt? Pues una estudiante de psicología que terminó asesinando a su prometido y a su amante gay durante una sesión BDSM. Pero, ¿Qué le llevó a cometer semejante crimen? ¿Fue un acto tan cruel y premeditado como lo retrataron los medios de comunicación? Bert Snow, un antiguo profesor de Mads que conoció a la homicida y encontró en ella cierto refugio de sus propias tendencias suicidas, tiene algunas respuestas.
Porno religioso improvisado es una historia muy divertida, provocadora e irreverente, cargada de sexo explícito y personajes frescos. La autora juega como un diablillo travieso saltando entre dos líneas temporales, la que nos habla de cómo la dulce e inteligente Dominique llegó a cometer aquel crimen, y la que nos relata las peripecias de Madeline para sacar adelante su proyecto y librar a Deets de las garras de la secta. Con muchos diálogos y un lenguaje aparentemente simple, consigue hacer que fluya un maravilloso juego narrativo entre las distintas historias que cuenta, y utiliza a Bert como un curioso nexo entre ellas. Por otro lado, su humor negro, irónico, salvaje y escatológico, expone temas tan serios como el suicidio, la identidad sexual, la prostitución, la utilización del miedo (y del amor) para manipular a terceras personas, o el racismo, y hace que el lector reflexione sobre ellos entre carcajada y carcajada.
El escenario, un Hollywood que la propia Laura Lee Bahr conoce a la perfección por su faceta de actriz y directora, es retratado como un marco delirante en el que nada es tomado demasiado en serio. Y sin embargo, todos los elementos que incluye se parecen mucho a la realidad: predicadores cristianos, extrañas religiones de estructura piramidal, advenedizas que quieren llegar a ser actrices y estrellas hiper-operadas que desean seguir siéndolo, sexo (mucho sexo), y algunas drogas ¿Acaso os parece poco creíble?
No dejéis pasar esta oportunidad para descubrir a una narradora única que romperá vuestros esquemas sobre lo que es la buena Literatura. Haceos con un látigo, unas cadenas, ajo y un crucifijo (podéis necesitarlo todo), y tened la cámara lista por si os encontráis con Clooney. Pero no confiéis en los pérfidos vampiros (ni aunque os hagan creer que son una organización sin ánimo de lucro), y sobre todo… tened cuidado con Vince Vaughn.