H – Bienvenida, May. Tengo que arrancar esta entrevista haciéndote las mismas preguntas que me hice yo al leer tu novela: ¿Cuál es la función del arte? ¿Debe ensalzar la belleza o reflejar nuestro lado más oscuro? ¿Cuánto tiene de engaño y cuánto de refugio?
ML – ¡Hola! Lo primero, muchas gracias por invitarme a esta entrevista. Considero que el arte tiene una función diferente para cada persona. Hay artistas que lo utilizan como un medio de crear belleza de la nada, desde lo inmaterial de una idea. Hay otros que lo utilizan como un yermo en el que gritar todo lo que llevan dentro para compartirlo con el mundo. En mi caso es una forma de liberar todas esas voces, esos pensamientos, esos lugares que me rondan la cabeza para que el resto pueda conocerlos a la vez que me conocen a mí. En cierto modo el arte me permite mostrar lo más oscuro de mí misma de una manera tan trabajada, tan atractiva, que a veces incluso puedes llegar a olvidar que esa oscuridad sigue ahí, pero es el lugar donde más segura y cómoda me siento.
May López lleva la literatura en la sangre. Publicó su primera novela a los veinte años y, a los veintitrés, fundó la editorial Insomnia. Además de escribir, reseña en La Avenida de los Libros y analiza la narrativa de videojuegos en su canal de Twitch. Debido a su profundo amor por el arte y a su pasión por explorar la mente humana, tiende a mezclar fantasía oscura y experiencias personales en sus historias . En su última obra, aborda la relación entre el arte, la vida y la creatividad. ¿Aún no la conoces?
H – Sabiendo lo que sé de ti, no puedo dejar de verte reflejada en Brenda, la protagonista de Lamusa. Ella, si no escribe, si no crea, no es feliz. ¿Cómo surgió esta novela? ¿Qué te llevó a elegir el arte como elemento central de la historia y cómo influye en el desarrollo de los personajes?
ML – Lamusa nació en un momento en el que yo estaba pasando por un bloqueo creativo demasiado profundo. Estaba en medio de una etapa de duelo bastante dura, una época de mi vida en la que no parecía posible ver ningún tipo de luz a mi alrededor y, de alguna forma, quise buscar la manera de poder enfrentarme a ese bloqueo, a esa impostora que me decía que no había hueco para mí en el mundo de la literatura y que me dedicase a cualquier otra cosa. Toda mi vida ha estado rodeada por el arte. Mi padre siempre ha dibujado y pintado como afición, a mi madre le encanta leer, a mi hermano le encanta la música… Cuando empecé a escribir, me di cuenta de que el arte era un tema que trataba bastante. El arte por el arte. Esa necesidad de crear cosas que nadie ha visto antes. Cuando eres artista, ves la vida de una forma muy diferente. Todo puede llevarte a tener una idea. Y es algo que quise plasmar en Lamusa. El arte es algo que te maldice y te salva al mismo tiempo. Si eres artista y no creas, sufres, te falta algo.
Pero cuando consigues salir de esa sequía, cuando consigues esbozar algo o escribir dos frases seguidas, todo cambia, vuelves a sonreír. Si os dais cuenta, la primera vez que Brenda vuelve a dibujar algo, le es imposible no sonreír. Está demasiado feliz. No puede dejar de mirar lo que acaba de dibujar «sin darse cuenta». Eso era lo que intentaba transmitir, esa relación amor-odio con nuestro propio arte que nos puede hacer muy felices o, a veces, hundirnos en la miseria.
H – Estableces un paralelismo entre amor y vida – soledad y muerte. Y nos cuentas una preciosa historia entre Brenda y Enora. ¿Cuál es el mensaje que pretendes trasladar a los lectores?
ML – Una imagen que nos han vendido durante mucho tiempo, tanto en el cine como en algunas obras bastante conocidas de la literatura, es esa figura del «artista loco», esa creencia de que un artista solo vive para su arte y que no necesita de los demás para existir y sobrevivir. Esa imagen del artista libertino, que no se ancla a ningún sitio, que no se preocupa por nadie más que por sí mismo, no encaja con la visión que yo tengo del artista. A menudo se habla de la libertad del artista como una personalidad narcisista o egocéntrica que se siente por encima de los demás, nada más lejos de la realidad. Yo quería plantear las dos caras de la moneda en la historia: esa figura que nos han vendido del artista solitario, melancólico y caótico la encontramos en Domingo Lluvia, en el padre de Brenda, aunque no me extienda demasiado en su persona durante la historia; y, por otro lado, el artista que quiere compartir su arte, que el mundo lo disfrute y que necesita estar rodeado de vida y alegría para poder crear, que sería lo que trato de representar en Brenda.
Una vez que Brenda pierde a su padre, deja de crear. Sin embargo, por lo que se puede intuir en la novela (no haré spoilers), Domingo también perdió a alguien y lo que hizo fue volcarse aún más en su arte. Al perder su apoyo principal, a la persona que la alentaba a ser artista, Brenda se hunde. Y no es hasta que aparece Enora que vuelve a sentirse arropada y cómoda, lo suficiente como para volver a conectar con su espíritu de artista. Esa relación era para mí un mensaje de ánimo, de apoyo. Si estás solo, si necesitas ayuda, pídela. Pídela a gritos si es necesario. Alguna mano se tenderá, tenlo por seguro.
H – Catalogas Lamusa de fantasía oscura, pero contiene escenas de puro terror. ¿Cuál es para ti la línea que separa ambos géneros?
ML – Creo que lo más acertado sería decir que la línea que separa la fantasía oscura del terror radica en la mente de la persona que lo lee. Ambos géneros comparten varias características que pueden difuminar esos bordes que hacen que una escena pueda ser terrorífica o simplemente perturbadora. Es el propio lector quien, con su experiencia al leer, va dotando de una «etiqueta» a la historia en función de lo que despierta en sí mismo. Yo consideraba Lamusa una novela de terror cuando la escribí, porque en aquel momento mi propia mente estaba aterrada con las situaciones que vivía Brenda a raíz de su bloqueo. Ahora, desde la perspectiva de haber superado el bloqueo en el que estaba, la veo de una forma más calmada, pero no por ello menos oscura.
H – Hasta hace relativamente poco, era habitual que, en las novelas de fantasía y terror, los personajes se pusiesen al servicio de lo sobrenatural. Sin embargo, en muchas obras recientes da la impresión de que lo extraordinario no podría suceder, o no sería creíble, si los personajes careciesen de la profundidad suficiente. ¿Crees que estamos viviendo una “nueva ola” dentro de la literatura de género?
ML – Definitivamente sí. La literatura de género siempre ha respondido, o eso creo yo, a la esfera social en la que se ha creado, aunque tiene el carácter imperecedero que, desde mi punto de vista, la hace disfrutable en cualquier momento de la historia. Los cambios en la sociedad afectan a la escritura, por supuesto. Quiero creer que ahora le damos mucha importancia al individuo por encima de la historia, que somos más conscientes de que, sin ese desarrollo de personaje, las historias no podrían suceder de la misma manera. En la fantasía y el terror es aplicable también.
El hecho de poder indagar tanto en la psique de un personaje, de desarrollarlo de tal forma que haga posible que, por ejemplo, un demonio se interese por él simplemente porque puede palpar su desesperación y su dolor, dota a la historia de una capa totalmente diferente, de un embrujo que puede hacer creer al lector que somos nosotros mismos quienes invocamos a nuestros propios demonios sin darnos cuenta. Pasamos de la empatía a la simpatía hacia el personaje, nos metemos en su propia piel, y eso es aún más terrorífico, o aún más fantástico, depende del género literario en el que nos movamos como artistas.
H – Efectivamente, la relación entre los personajes de Lamusa es fundamental y amenaza con robarle el protagonismo al propio demonio. ¿Cómo equilibraste la intensidad emocional y el aspecto sobrenatural de la historia para mantener el interés del lector?
ML – Fue algo que surgió de manera natural, no te voy a mentir. No había pensado realmente en colocar determinadas escenas en momentos determinados de la historia. Fue un proceso de escritura muy orgánico y, sin darme cuenta, con cada paso que Brenda daba para salir del pozo en el que está sumida, Lamusa daba un paso adelante para volver a tirar de ella. Es un tira y afloja que me pareció muy natural y que, en mi cabeza, tenía sentido a medida que lo iba escribiendo.
H – ¿Qué papel juegan las leyendas y el folclore en la construcción del mundo de la novela? ¿Háblanos de Villamarea de la Sal?
ML – Quería que la historia tuviese mucho de mí y de la manera en la que yo me he criado. Partiendo de esa base, la historia iba a estar llena de supersticiones y de leyendas. En la historia hay muchísimas referencias a tradiciones y creencias de Andalucía, muchas relacionadas con la sal, las plantas que se deben tener en la casa para protegerse de los malos espíritus, cómo colocar determinadas cosas en la casa para que no pasen ciertas cosas… Algunas de esas supersticiones son muy antiguas, muchísimo, pero han sobrevivido hasta nuestros días, yo he crecido conociéndolas y respetándolas y pensé que serían un añadido maravilloso a una historia en un pueblo costero almeriense (ficticio) que parece estar suspendido en el tiempo por culpa de la maldición de Lamusa. Quise plasmar también la sensación de desasosiego, de malestar, que nos sobrecoge a la gente de aquí cuando vemos un día tan gris, tan «feo», como en el que viven los habitantes de Villamarea de la Sal de forma permanente. Es un poco una combinación de muchas cosas, de muchos elementos de mi historia y del lugar donde he vivido siempre, que creo que ha funcionado bastante bien.
H – Pues lo lograste porque si me hablas de Andalucía, imagino un sol impenitente. Sin embargo, al leer la novela, me sentía bajo un cielo gris…
ML – Precisamente esa era la idea. Además, cuando un artista se encuentra en una situación como la que está sufriendo Brenda, al menos en mi caso, le resulta muy difícil el salir de esa sensación apática, ese continuo malestar de no poder ver la alegría ni los colores que te rodean. Quería jugar, como he comentado antes, con cómo nos sentimos aquí en Almería cuando tenemos días grises, nublados, de estos en los que no sabes si va a llover o va a arrancar un viento de mil demonios, y cómo pueden o no estar relacionados con cómo se comportan los personajes de la historia a raíz de ello.
H – Es tu primera publicación con Crononauta. ¿Cómo llegaste hasta ellas?
ML – Llegar hasta Crononauta fue un viaje, cuanto menos, inesperado. Estaba en 2023 en un evento literario en Murcia, cenando con varias amigas del mundillo editorial, y les estaba hablando de la novela y de que no sabía dónde mandarla porque realmente era una novela que yo consideraba que no encajaría en casi ningún catálogo de los que conocía. Entonces, una de las editoras de Crononauta, que estaba cenando con nosotras, me dijo que le interesaba la historia, que se la enviase para echarle un ojo.
Pero a mí me daba mucha vergüenza (sí, suena increíble, pero es cierto) y no paraba de buscarle excusas para no mandársela. Y una amiga mía que la tenía en borrador en su email porque se la había pasado para que le beteara, sin avisar, se la envió a la editora en ese mismo momento. Meses después me contactaron para decirme que les había encantado y que la querían publicar. El resto es historia.
H – ¿Qué nos puedes contar de tu próximo trabajo literario?
ML – Actualmente estoy trabajando en otra novela de «demoños andaluces», esta vez ambientada en un pueblo ficticio de Córdoba, y en una novela Young Adult sobre exorcistas y una ciudad maldita. Y hasta ahí puedo leer.
H – ¿Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor?
ML – Soy de la opinión de que los consejos son algo que debemos escuchar, filtrar y aplicar solo si lo creemos conveniente con respecto a nuestra obra, pero si puedo aconsejar algo es que siempre tienes que respetar el ritmo de tu cabeza.
Si no quieres escribir un día, no pasa nada. Si de repente pasas tres días escribiendo sin parar, también está bien. Lo más importante es que, pase lo que pase, tu cabeza no se resienta por estar forzando los engranajes de una máquina que no funciona como todo el mundo cree que debe hacerlo. Cada escritor es un mundo, cada cabeza, por tanto, es un mundo. Conoce, cuida y respeta tu mente.
H – Recomiéndanos un/a autor/a. Solo uno/a.
ML – Pues voy a recomendaros a Alba Quintas Garciandia, que es una autora todoterreno que me encanta y de la que destaco, sin duda alguna, las obras de Desértica y La voz de plata.
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