Don Miguel de Unamuno y Manuel Rivera son los protagonistas de El primer caso de Unamuno. El primero es, lógicamente, el escritor noventayochista. El segundo es un abogado que se presta a ayudarlo a descubrir al verdadero asesino del crimen de un cacique de Boada, Enrique Maldonado, encontrado en sus dominios apuñalado con saña, tras dejar a los trabajadores sin tierras, en la ruina y pidiendo, como única solución, asilo en Argentina para emigrar allí. Unamuno no cree que nadie del pueblo sea el culpable y menos aún que, como en la obra de Lope de Vega, lo sea en su totalidad. Como quiera que otro escritor de la misma época, Ramiro de Maeztu, escribiera en el periódico, afeando la conducta de un pueblo que, responsable de comenzar con el fenómeno de «La España vaciada», iba a dejar a nuestro país y al gobierno, en muy mal lugar a ojos del resto del mundo, Unamuno responde con otra carta en la que acusa a los mandatarios y caciques de dejar a los trabajadores sin sustento; ellos son la vergüenza del país al haberlos abandonado a su suerte, hasta el punto de que se han visto en la obligación de pedir ayuda en el extranjero.
Esta es la base de la novela. Después, el asesinato de Maldonado se multiplicará, causando en Unamuno cierta desazón, agrandada al aparecer en escena la joven anarquista Teresa, de la que queda prendado y temeroso de que peligre su fidelidad a doña Concha, su mujer.
Luis García Jambrina escribe esta novela histórica llena de intrigas y muertes, tan usuales en la España de principios del XX, derivadas de la corrupción del gobierno y de una justicia unida firmemente al poder y al dinero de los tiranos, verdaderos dueños del territorio nacional.