Dicen que cada uno de nosotros tiene un doble en alguna parte (por favor, que nadie diga que todos los calvos nos parecemos ni me hable de su hermano gemelo). Me pregunto qué haría yo si me topase con el mío, además de postear una foto en redes. Probablemente indagaría sobre su origen y antecedentes familiares o, de haber bebido, sospecharía estar ante un doppelgänger con la siniestra intención de robarme mi vida y, sobre todo, mis cervezas. Lo que tengo claro es que jamás lo invitaría a casa porque si nuestro parecido fuese más allá de lo físico, terminaríamos peleándonos por el mismo sillón, por la misma porción de tarta y por el mando de la televisión hasta que mi (¿nuestra?) familia nos echase de casa. Pensándolo mejor, si me encontrase con mi doble, huiría. Ni foto ni nada, ¡Sayonara, baby!Claro que, de tropezarme con él en un inhóspito planeta, sin cervezas cerca y dentro de un hangar que no debería existir, trataría de entablar una alianza; porque la unión hace la fuerza y como todos sabéis, serendipias así suelen ser el preámbulo del apocalipsis. Y si no me creéis, preguntad a Sandra Evans y Bob Richards, los protagonistas de Paralelamente.
Las “novelas de a duro” tuvieron su época dorada entre los años 40 y 60, pero siguieron existiendo hasta bien entrados los 90. Muchos recordamos con nostalgia aquella época en la que, con el dinero de nuestra paga semanal, podíamos ir al quiosco y dejarnos seducir por unas portadas espectaculares que prometían acción, aventura y romance. Aún conservo algunas, sobre todo bélicas y de ciencia ficción. Y he de confesar que, revisadas a la luz de nuestros días, resultan bastante triviales, inconsistentes y muy, muy machistas. Pero, a pesar de todo, desatan en mí la nostalgia hacia un tiempo en el que la literatura de género no tenía miedo (ni complejos) de ser “popular”. En el que estaba al alcance de todos, tanto física como económicamente, y en el que tenía la única pretensión de entretener, asombrar y hacer soñar.
Los autores de ciencia ficción de nuestro país han luchado tanto por mejorar, por demostrar su calidad y por ganarse el respeto del gran público (esto último con escaso éxito) que han ido arrinconándose cada vez más al no contar con el apoyo de las grandes editoriales. Han olvidado que, para ser valorados, primero han de ser leídos. Y no todo el mundo está preparado o motivado para digerir tramas complejas, captar distintas capas psicológicas en los personajes o entender enrevesadas teorías científicas.
La literatura “Pulp” es necesaria, como evasión o como primer escalón hacia historias más elaboradas. Y para los baby bommers e integrantes de la generación X que adolecemos de cierto romanticismo (sin sentirnos demasiado anclados al pasado), encontrar obras como las de Alan Dick, Jr supone un chorro de esperanza pues son la demostración de que se puede recuperar aquel espíritu sin arrastrar con ello toda su caspa.
Paralelamente es una divertida Space Opera de noventa y seis páginas que se lee con una sonrisa de principio a fin. Una alocada aventura del misterioso Alan (al que algunos relacionan con Alfonso M. González) que juguetea con universos paralelos y simpáticos animalillos carnívoros, poniendo en peligro la vida y la dudosa salud mental de sus protagonistas.
El humor subyacente, la estética militar ochentera, y los giros de guion hacen de esta una “novelilla” ideal para pasar un buen rato. Escrita con corrección y asequible para cualquier perfil lector, antepone el ritmo a la profundidad. No renuncia por ello a hacer constantes interpelaciones a quienes se adentran en su trama ni a ciertos guiños metaliterarios entre sus personajes, pues la narrativa también es un juego al que, afortunadamente, algunos autores nos invitan a participar.
Las obras de Alan Dick, en general (y Paralelamente en particular), son ideales como vehículo de evasión y como toma de contacto con los clichés y temas más recurrentes de la ciencia ficción. Así que no lo dudéis, alistaos en las patrullas de reconocimiento del planeta Esquinox o comprad esta “novela de a duro”. Richards y Evans no son Mulder y Scully, pero con vuestra ayuda resolverán su particular Expediente X.
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