“¿Qué le pasaba a la gente? ¿Es que la vida humana ya no valía nada? […] Todos querían arreglar el mundo matando a quienes no pensaban como ellos.”
¿Qué es la evolución sino la mejora de nuestras habilidades mentales? Somos más complejos y sofisticados que cualquier otra especie que conozcamos y, por ello, tendemos a pensar que hace tiempo que dejamos atrás nuestra naturaleza salvaje. Hemos creado los conceptos de Bien y Mal para etiquetar, en la segunda categoría, todo aquello que queremos erradicar; desde costumbres perjudiciales para la salud, a actos aborrecibles como el maltrato y la violación. Lo cierto es que, a pesar de considerarnos «civilizados», los abusos y la violencia se siguen dando con demasiada frecuencia.
El resto de seres vivos no muestran comportamientos tan aberrantes. Suelen obedecer a una serie de instintos primarios que garantizan su supervivencia y, como norma general, no matan ni son crueles sin necesidad. Nosotros, sin embargo, hemos sustituido las necesidades básicas cuya satisfacción antes ocupaba todo nuestro tiempo, por otras más refinadas y a veces, egoístas, peligrosas o destructivas. No todo el mundo tiende a buscar la autorrealización, como consideraba Maslow al crear su pirámide. O tal vez sí, pero la forma que tienen muchos de alcanzarla es desatando guerras, acumulando poder, u obteniendo riquezas.
Lo cierto es que nuestra propia mente nos sigue resultando un misterio. ¿Seremos incapaces de seguir evolucionando? Y, de no ser así, ¿Podríamos controlar nuestra propia evolución?
Muchos se lo han planteado a lo largo de la historia. El budismo, por ejemplo, ha procurado durante siglos alcanzar un estado mental armónico que erradique nuestros deseos y controle nuestros impulsos. Y quienes confían en la ciencia, miran al futuro depositando su esperanza en chips de silicio que corrijan nuestros defectos. Lo que parece es que la educación como herramienta es imprescindible, pero a día de hoy, insuficiente.
Es pronto para perder la fe. ¡Confiemos! Los mejores de entre nosotros conseguirán encontrar el camino de la evolución, ya sea a través de medios místicos o tecnológicos. Y ellos guiarán al resto. Pero, cuando llegue ese día, ¿Cómo lo harán? ¿Estamos seguros de que no aprovecharán ese poder, por elevadas que sean sus intenciones, para intentar implantar sus ideas políticas, sociales o religiosas? Al fin y al cabo, pensarán que son las acertadas. Y si fuesen más egoístas y buscar el bien común no estuviese entre sus objetivos, ¿Cómo evitar que utilicen su tecnología o conocimientos en su exclusivo beneficio?Da miedo recordar que los hombres más poderosos de la historia siempre han justificado sus crímenes argumentando que eran una inevitable consecuencia en la consecución de un bien mayor. ¿Habría una forma más efectiva de terminar con cualquier conflicto, que segando la vida de quien piense diferente?
“El mal no es un absoluto, Rinpoche. Nuestra ignorancia lo crea y lo define”
Este volumen contiene dos novelas cortas e independientes que podrían tener un nexo: el cerebro humano. Y digo podrían, porque ni la temática, ni el tono, ni la filosofía que subyace en cada una de ellas parece tener demasiado en común.
El valle de las voces es una pequeña joya que nos traslada a Bután en un futuro próximo y al borde del apocalipsis. Un mundo en el que exoesqueletos e IAs se emplean en labores de rescate tras catástrofes naturales. Un relato que juega magistralmente con el misticismo, la manipulación de los recuerdos, y la subjetividad del bien y el mal, hasta desembocar en un final totalmente inesperado e inolvidable.
Mueran los malditos es una obra cargada de acción que, como buena distopía cyberpunk, mezcla la denuncia social con la acción y advierte de los peligros de un mal uso de la tecnología.
La ambientación de las dos novelas es magnífica, sobre todo la de El valle de las voces gracias a sus evocaciones paisajísticas, su originalidad, y su inmersión en las ancestrales creencias tibetanas. Pero el peso de ambos relatos recae en sus protagonistas, dos mujeres muy diferentes entre sí, dispuestas a pagar cualquier precio por mantenerse fieles a sus convicciones. Y es que Bayarri ya demostró su gran imaginación con Las edades de Itnis y El espejo del tiempo, obras de mayor profusión en ideas científicas. Sin embargo, aquí ha evidenciado ser capaz de navegar con soltura en géneros dispares y de crear personajes “vivos”, imperfectos, y alejados de estereotipos.
¿Nunca os habéis planteado si realmente preferiríais vivir en un nuevo orden? De tener el poder o la tecnología necesaria, ¿os libraríais de los indeseables y de quienes, a vuestro juicio, hacen de este mundo un lugar peor? ¿Dónde estaría el límite? ¿Y cuál sería el precio que estaríais dispuest@s a pagar? Podéis buscar vuestras respuestas meditando o utilizando complejos programas estadísticos. Aunque es en la combinación de estos relatos donde antes las encontraréis.
¿Te ha gustado esta reseña? ¿Quieres descubrir más libros como este? ¡Hazte mecenas de El yunque de Hefesto! Hemos pensado en una serie de recompensas que esperamos que te gusten. Y cuando lleguemos a la cifra de diez (entre todos los niveles), sortearemos mensualmente uno de los libros reseñados en: www.elyunquedehefesto.blogspot.com (Sorteo solo para residentes en España).
También puedes ayudarnos puntualmente a través de Ko-fi o siguiendo, comentando y compartiendo nuestras publicaciones en redes sociales.