El odio es alimento. Un alimento barato y sabroso que nunca sacia.
Cuando nos nutrimos de él nos sentimos seres superiores. Tenemos claro a quién culpar de nuestros fracasos, consideramos la ira un arma sagrada y la venganza (incluso sobre quienes tal vez no nos hayan hecho nada) la más importante de las cruzadas.
El odio, la intolerancia, el racismo y la xenofobia van de la mano. Son el sustento de los ignorantes. Pero quienes proporcionan esa “carne” tan sabrosa, quienes agitan y manipulan, no lo hacen por error o desconocimiento. Quienes ondean el estandarte supremacista y avivan las llamas del fanatismo suelen ser cultos e inteligentes. Malvados que crean un bucle de desprecio en el que aborrecer a quienes se considera inferiores y considerar inferiores a quienes se aborrece.
Una vez dentro de esa cadena de destrucción y autodestrucción casi nadie es consciente de haberse convertido en el instrumento de aquellos que buscan conservar o aumentar sus privilegios. Y a los pocos que sí lo son no les suele importar si sienten que pertenecen al bando más fuerte. Pero cuidado: los peones son prescindibles en cualquier guerra. Si las circunstancias cambian, los verdugos pueden convertirse en víctimas.
Nadie es inmune. Nadie está a salvo. Cuando se prueba esa carne, cuando el odio arraiga en nuestro interior, vivimos por y para él. Tiene vida propia y dientes afilados; si no somos capaces de contenerlo, nos devorará desde las entrañas.
En 1915, tras el estreno de El nacimiento de una nación, el Ku Klux Klan resurge con más fuerza que nunca. Sus filas se componen de Klanes (estúpidos racistas) y Ku Klux, auténticos monstruos encapuchados. En Macon (Georgia), Maryse Boudreaux, una mujer negra que se gana la vida como contrabandista, se dedica a exterminarlos. Para ello cuenta con un arma extraordinaria y con Chef y Sadie, sus dos compañeras. Pero algo malvado y tenebroso se extiende por todo el país. Algo imparable que parece provenir de otro mundo. Y nadie, ni siquiera ellas, sabe cómo detenerlo.
Ring Shout, novela corta ganadora de los Premios Nebula y Locus 2021, es una obra oscura, estimulante y adictiva. Su autor, Djèlí Clark, consigue con ella algo inusual: llamar a los monstruos por su nombre. Y lo hace mezclando episodios históricos con elementos fantásticos, invocando demonios dispuestos a tomar posesión de quienes son proclives al odio, entonando cánticos procedentes del folklore africano y empuñando armas cargadas de dolor y rencor. Sus personajes, creíbles y muy bien perfilados, hablan, viven y sienten como lo harían las personas que, en tiempos de la ley seca, arriesgaban la vida luchando por los derechos que les eran negados debido al color de su piel. Y la trama, repleta de acción, denuncia y épica, transporta completamente al lector a una dimensión mágica, trágica y salvaje.
Es de justicia destacar la labor de Raúl García Campos, el traductor de esta edición de Obscura Editorial. Su trabajo, adaptando a nuestro idioma tanto el gulá (una lengua criolla que mezcla de palabras africanas e inglesas) como el inglés afro-estadounidense de la Georgia de 1922, es clave para captar la esencia de la novela.
Bueno, dejémonos ya de libros y pongamos una película ¿Preferís palomitas o un buen bistec? ¿Os apetece ver algo liviano o una obra innovadora y adelantada a su época, aunque oculte una propaganda peligrosa? Cuidado, si elegís en ambos casos la segunda opción y no sois capaces de discernir entre continente y contenido, podríais terminar poniéndoos una capucha blanca.
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