Este volumen está compuesto por veinte cuentos escritos por mujeres de diferentes países latinoamericanos y he de confesar que no conocía a ninguna. Ni me sonaban los nombres. Son veinte mujeres que pretenden ser escuchadas en una sociedad que sigue con los oídos tapados. Mujeres que al escribir sobre el aborto o la infidelidad fueron censuradas obligándolas a cerrar la boca. Las veinte son mujeres con estudios que ocupaban —aún lo hacen algunas— cargos importantes y, sin embargo, sus voces quedaron silenciadas porque les tocó vivir en esa segunda mitad del siglo XX tan adversa aún para ellas.
Vindictas supone una pequeña venganza, un castigo a esos modelos que marginan a la mujer. A veces, paradójicamente, la venganza conlleva una eliminación de represalias, un dejar las cosas como es debido. En ese caso no se puede hablar de venganza como tal sino de la supresión del dolor emocional que implica vivir constantemente herida. Es una liberación. Creo que este es el tipo de venganza que quiere Vindictas.