Cada nueva novela de Guillem López es algo que hay que celebrar. No sólo porque sea uno de los mejores escritores de este país, sino también porque cada vez que publica nos ofrece algo distinto a lo anterior. Sigue manteniéndose fiel a la ciencia ficción y el terror, (sí, ya sé que también ha escrito fantasía épica), pero da la impresión de que trata de explorar cada nicho o subgénero del amplio abanico de la literatura de ideas por excelencia.
‘El lago negro de tus ojos’ destaca, sobre todo, por una ambientación prodigiosa. Introduce el elemento fantástico en lo cotidiano con una naturalidad pasmosa. El escenario con el que nos encontramos desde el primer momento es un presente donde han aparecido lagunas negras por todo el mundo. Extraños lugares desde los que se pueden divisar otras galaxias y planetas desconocidos e incluso, dicen, seres extraños que nos devuelven la mirada. Y donde los insectos son atraídos como si esperasen un enorme festín.
El mayor y más importante de estos lagos se sitúa en El Clot, un pequeño pueblo de la costa levantina y hasta allí llega Carla, una periodista que se ve obligada a volver al lugar donde se crió y al que, probablemente, regresa constantemente en sus pesadillas. Un sitio donde todos le son hostiles, todos excepto Bernat, el narrador, un amigo de la infancia con una vida tranquila aunque desaprovechada y alienante. Este personaje me ha parecido el más interesante de la obra; con sus claroscuros, nos cuenta lo ocurrido intercalando la narración con la descripción de viñetas siniestras que el mismo dibuja y donde expresa sus percepciones, interpretaciones y su angustia. Con un sufrimiento interno constante y en diferentes fases, llega a ofrecer muchas dudas sobre cómo es realmente su personalidad.
Pero volviendo a la novela, López inicia el relato en lo alto del tobogán. Dispone todos los elementos: pueblo reconocible, calor, insectos, secretismo paramilitar (pronto os toparéis con LOCK), un lago temible que se ha convertido en una atracción turística, y Carla con su misterioso pasado. Inmersos en una poderosa atmósfera que no presagia nada bueno inicia el frenético descenso, a velocidad creciente, en busca de respuestas.
Estamos ante una obra que gana enteros días después de haber sido finalizada, ya que constantemente te obliga a volver, a repasar mentalmente la trama, a buscar explicaciones. Porque el desenlace te deja con más incógnitas de las que resuelve y te graba la imagen de un lugar oscuro y como dirían much@s, que “alberga horrores”. Un relato de horror lovecraftiano que inevitablemente, abraza la locura.