La última novela de Ismael Martínez Biurrun me ha sorprendido mucho. No por su calidad, ya que desde que leí ‘un minuto antes de la oscuridad’ siempre esperaré de él obras entretenidas y que dejen huella. Me ha sorprendido porque, una vez asentada, te das cuenta de que nada es lo que parece, ni siquiera el título.
Se trata de un thriller fantástico, muy cercano al terror en cuanto a estructura. El autor alterna capítulos con la historia de tres miembros de una misma familia: Claudia, la madre, viuda que dice ver al espectro de su difunto esposo por la casa y que desconfía ligeramente de su nueva asistenta, la dominicana Magaly. Fede, su hijo siempre ausente que trabaja de vigilante en un rascacielos a punto de ser demolido y a quien le hacen una generosa oferta por permitir a unos desconocidos subir a la cima de dicha estructura la noche antes de ser derribada. Y Andrés, el otro hijo, el que ha llevado la vida más dura y que se encuentra en una situación límite en medio de una carretera después de que su hermano le negase su ayuda para un asunto poco ético.
Martínez Biurrun no se demora en generarnos interés y tensión. Desarrolla cada historia aparentemente en una dirección, presentándonos a unos protagonistas ahogados por el pasado en situaciones que se complican por momentos y sin aparente conexión. Constantemente va uniendo puntos, respondiendo a preguntas que el lector aún no sabía que tenía y debido a ello logra generar una atmósfera donde lo cotidiano y lo extraordinario se presentan en un mismo plano con una naturalidad pasmosa. De esta forma y con mucho SIGILO, las vidas de estos tres personajes van trazando un círculo que sólo podrán cerrar con la ayuda de Magaly y en el que tienen cabida tanto un terrible drama familiar como la aparición de espectros, los rituales mágicos y el mal encarnado en un ser ególatra y desalmado que parece existir con el único fin de destruir vidas.
El ritmo ágil de esta novela es un arma de doble filo. Impide al lector dejar de pasar páginas hasta el final, pero esa inercia, el no ralentizar algunos pasajes para recrearse en algunos momentos de tensión, puede provocar que no seamos conscientes de la intensidad de algunas escenas ni del auténtico rostro de cada personaje. Como dije al principio, nada es lo que parece; tal vez los inocentes no lo sean tanto, los culpables sean en realidad víctimas y los más desfavorecidos sean salvadores. Puede que sólo los villanos sigan siendo villanos.
Ésta es una magnífica historia que te hace sentir que todo está conectado; nuestro mundo y otros muchos, nuestro pasado y nuestro presente, nuestros actos y nuestras vidas. Una historia donde los seres que te dañaron vuelven para atormentarte, para recordarte lo que quisiste olvidar, hasta que de alguna manera cierres con SIGILO el círculo de tu salvación o de tu perdición.
Tienes que leerla.