No cabe duda de que la influencia de Un mundo feliz ha sido universal y evidente en la novela de ciencia ficción. Es tentador presentar un mundo en el que el Estado controle la totalidad de los movimientos y pensamientos de sus habitantes. Incluso Huxley analizó su propia obra para, en 1958, razonar sobre sus aciertos en las tendencias políticas que amenazaban la libertad del ser humano.
Almudena Grandes también quiso dejarnos una novela que tratara sobre este tema; para ello plantea una distopía en la que el Estado planea la vida de los españoles, gobernados por hombres sin escrúpulos cuyo mayor interés es el poder.
Esta obra póstuma es una novela coral, los protagonistas son los futuros madrileños que viven las consecuencias de nuestro presente, en el que cada vez hay más usurpadores, corruptos, mala gente que se considera impune a sus fechorías, gente que está por encima del bien y del mal y trata al pueblo como si fuera idiota.
¡Qué grande, Almudena, hasta el último momento!