En esta novela las descripciones de los hechos son duras, sádicas en su mayoría, tanto que, en las numerosas expresiones irónicas, o en los diferentes enunciados humorísticos, apenas se dibuja una leve sonrisa en nuestro rostro. No podemos relajarnos, estamos seguros de que tarde o temprano algo sanguinario se cernirá sobre nosotros.
Porque llega un punto, cuando todas las piezas se empiezan a acoplar, que el nerviosismo se apodera del lector, y el horror que pasa por nuestra mente se transforma en un deseo de venganza.
Al menos debe sobrevivir algún inocente.
Otra vuelta de tuerca a la novela negra.