
Autor: Francisco Tapia-Fuentes
Editorial: Con pluma y píxel
Género: fantasía
Extensión: 328 páginas
A veces no alcanzan la gloria quienes la persiguen. La alcanzan quienes se arrastran sobre el lodo y la sangre intentando sobrevivir. Y rara vez los héroes son como los describe la historia: seres únicos, tocados por los dioses o elegidos por el destino. En la mayoría de las ocasiones no son más que simples soldados desesperados y obligados a actuar, o truhanes que buscan una ventaja que les permita vivir lo mejor posible un día más.
Así son los personajes de Ratas de Trinchera, de los que tienen barro bajo las uñas y fuego en los ojos. De los que creen en el compañerismo y la amistad antes que en el patriotismo. Y, sin embargo, Francisco Tapia Fuentes no intenta reinventar el género ni se sube a la ola del grimdark: viene a recordarnos por qué nos enamoramos de la fantasía y a demostrarnos que esta no necesita ser limpia para ser mágica, ni sucia para ser actual. La novela, como todas las del universo de Rhentra, bebe más de los clásicos de aventuras que de la violencia gratuita, la crudeza y el pesimismo estructural.
La historia, bélica, heroica, casi coral, avanza como una bola de nieve cuesta abajo, ganando capas, velocidad, personajes, peligros y adrenalina. Situada entre Hijos de la destrucción y Demonios en la cumbre, es autoconclusiva y no pone el foco en Neram, personaje principal de la saga. Todo en ella transpira conflicto: desde los túneles y trincheras hasta las ciudades amuralladas.
Y es que el autor riojano es un tipo que se toma la fantasía muy en serio. Ha creado un universo sólido y creíble. Sus tramas son redondas, sin fisuras, y dejan regusto clásico. Ha elegido la tercera persona y el pasado para desatar una prosa cuidada pero no recargada, que rema a favor de la aventura y no trata de ocultar su afinidad con la épica medieval ni con el cine de comandos ambientado en la Segunda Guerra Mundial (digo esto porque, durante lectura, recordé filmes del estilo de Doce del Patíbulo o Los violentos de Kelly, pero ya sabes que tiendo a mezclar churras con merinas).
No esperes encontrar otro pastiche de Juego de Tronos. Aquí no se habla de linajes ni de elegidos, sino de soldados forzados, órdenes mal dadas y misiones que huelen a muerte desde el primer momento. Hay magia por doquier, pero esta no tiene por objetivo asombrarnos; es un recurso táctico, una herramienta más al servicio de la guerra.
En cuanto a los personajes femeninos, tradicionalmente involucrados en conspiraciones palaciegas o utilizados como excusa para desatar la acción de los masculinos, aquí reclaman su protagonismo en el campo de batalla y en la lucha por la supervivencia, siendo Lyriante, hechicera del Regimiento del Grifo, uno de los personajes que más brillan en toda la novela.
Pero no todo lo que reluce es oro en Rhentra. Si eres lector neófito en este universo, tal vez te veas un poco apabullado con tanto personaje. No temas, todos están bien definidos y la mayoría son bastante divertidos, así que no desesperes en las primeras páginas: pronto los conocerás a todos como si hubierais combatido juntos en la misma guerra.
Qué lástima no haber podido leer las novelas de Rhentra cuando tenía quince años y el tándem Robert E. Howard – John Milius me hizo soñar con los secretos del acero. Pero qué suerte poder hacerlo ahora, décadas después, y volver a disfrutar de la esencia de este tipo de obras. Sin embargo, por la profusión de detalles y lo vívido de las escenas, empiezo a sospechar que este universo no es una mera ficción y que el propio Francisco Tapia-Fuentes fue una rata de trinchera en la guerra de Aradamia.
Una reseña de David M. Hefesto

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