He leído una novela negra que me ha gustado por varias razones. Puede que la principal sea que la mujer tiene un papel bastante diferente al asignado en las novelas negras tradicionales. Hace tiempo que descubrimos a una mujer capaz de abandonar el papel de víctima y acogerse al de policía o eludir a la mujer fatal, usual en el género, para adoptar el de “normalita”. Pero Progenie sigue los pasos marcados por su título y la mujer se erige en personaje absoluto. En Progenie hay víctimas, mujeres que no son tan inocentes como cabría esperar o como daban a entender en el entorno en el que se desenvolvían; el equipo policial no está compuesto sólo de mujeres pero sí lo son la inspectora jefe, la comisaria, la forense, la policía más antigua y la novata; todo un plantel en el que podemos ver diferentes prioridades, diferentes causas por las que han elegido el trabajo y diferentes formas de entender la felicidad. Entre los personajes secundarios también encontramos alguna mujer que destaca por su inteligencia, incluso Nerea, guapa, despampanante, se aparta del cliché de secretaria algo limitada intelectualmente para todo lo que no sea su trabajo y aparece como una chica culta y capaz de tratar temas de diversas índoles.
Susana Martín Gijón ha dado una vuelta de tuerca a la mujer del siglo XXI y ha puesto el dedo en la llaga con Progenie. Las víctimas son mujeres, en principio poco sociables, con pocas relaciones sociales. Las víctimas han sufrido una muerte violenta, aparentemente sin motivación; no ha habido robo ni violación. Los asesinatos no siguen ritual alguno, sin embargo, todas las mujeres asesinadas aparecen con un objeto inquietante.
Si el tema de la maternidad es el principal, no debemos obviar otro, presente como fondo, la fertilidad como negocio. No todo en este mundo son buenas intenciones. Asimismo, hay trazos de violencia de género, no olvidemos que las huellas mentales, a diferencia de las físicas, apenas se borran con el tiempo.
La lectura es fácil pues, a la personalidad diferente y atractiva de todas las mujeres, la autora añade una sugerente intriga que conseguirá hacer desaparecer a los sospechosos, por falta de motivos y por la manifestación de un secreto que saca a la luz el antiguo inspector. Con este personaje y este enigma la historia termina de enriquecerse y la estructura de la novela queda perfectamente encuadrada en cuatro partes y cuatro víctimas.