From the town of Lincoln Nebraska with a sawed-off .410 on my lap
Through to the badlands of Wyoming I killed everything in my path
Bruce Springsteen, Nebraska
—Dígame, señor Starkweather. ¿Cómo conoció a Caril?
—Ahhh, eso fue un verdadero flechazo, tío. Yo pasaba casi todos los días por la avenida Belmont, me conocía de memoria los coches que estaban aparcados allí y me gustaba imaginar cómo serían sus dueños. A algunos los veía todos los días, cogiendo esos coches caros y marchándose a sus trabajos de mierda en alguna oficina aburrida donde les pagarían un buen sueldo por tocarse los huevos. A otros no los veía nunca, aunque ya tenía hecha una imagen en mi cabeza que seguro era muy parecida a la realidad. Y luego estaban las casas donde nunca había coches aparcados. El 924 era una de ellas. Ahí es donde vi a Caril la primera vez. Estaba en el jardín trasero, practicando con su bastón de majorette, con su pelo corto y una minifalda blanca. Era un ángel. Puedes apostarlo. Me quedé embobado mirándola, hasta que el zumbado de su padrastro salió y empezó a insultarme. Al final, se llevó lo que se merecía.
—¿Se refiere usted a Marion Bartlett?
—Ese mismo. Ya sabes el dicho, nunca confíes en un tío que tiene nombre de mujer. Caril me contó algunas cosas muy turbias sobre él. No soporto las injusticias, así que… ya conoces el final de la historia.
—¿Sabía usted que Caril tenía 14 años cuando se fugaron juntos?
—Creo que nunca le pregunté su edad. Tenía cara de niña, sí, pero sus piernas… sus piernas no tenían 14 años, puedes apostarlo.
—¿Por qué empezó a matar?
—Bueno, eso es gracioso, tío. Todo comenzó con un jodido oso de peluche. Aquel tipo de la gasolinera no quería vendérmelo, decía que yo no podía pagarlo. Me fui de allí encabronado, pero estuve rondando el lugar hasta la noche. Cuando me aseguré de que estaba solo, entré a atracarle. Me llevé el dinero y el muñeco, y a él le obligué a entrar en el coche. Conduje hasta el picadero de Lincoln, desierto a aquellas horas. Yo solo quería darle una lección, pero el tipo intentó quitarme el rifle y el arma se disparó. Ambos nos asustamos, y fue entonces cuando le volé la cabeza. Reaccioné por puro instinto, un acto de defensa propia, era él o yo, pero reconozco que me hizo sentir bien. Nunca le perdonaré una cosa a ese desgraciado. El oso de peluche se manchó de su condenada sangre.
—Según tengo entendido, la mayoría de las diez víctimas eran desconocidos para usted y Caril. ¿Por qué asesinarlas?
—Mira, amigo. Las malas tierras de Wyoming no le hacen bien a nadie, supongo que te hacen crecer con algo oscuro en tu interior. No es mi culpa, no se puede luchar con lo que uno lleva dentro, lo mejor que se puede hacer es dejarlo salir. Estoy seguro de que todos tenemos ese instinto, lo que pasa es que muy pocos nos atrevemos a darle vía libre. No soy un cobarde.
—¿Qué le parece que Caril haya sido condenada a cadena perpetua?
—Bueno, sé lo que ha dicho. Que ella no mató a nadie. Que solo me acompañó porque yo había amenazado con matar a toda su familia. Mira, no me gusta saber que un rostro tan hermoso se pudrirá en la cárcel, pero déjame decirte algo. Cuando el tío que fría mi cerebro accione la palanca, Caril debería estar sentada a mi lado. Aunque ella lo niegue, yo no fui el único que apretó el gatillo de aquella recortada del calibre 10. Yo soy un asesino, no tengo problema en reconocerlo. Pero ella es algo peor, ella es un demonio. Puedes apostarlo.
—Dígame, ¿se arrepiente de algo?
—En esta vida perra no puedes arrepentirte de nada. Pero si hay algo por lo que debo ir al infierno es por haber apretado demasiado el cuello de Betty Jean, la bebé hermanastra de Caril. En ese momento no era capaz de ver más allá de mis propias manos, mi cabeza estaba nublada. Lo siento por ella, es lo único que puedo decir.
—¿Está de acuerdo con el veredicto?
—No esperaba otra cosa, la verdad. Me han declarado no apto para vivir, y es posible que tengan razón. Pero, ¿sabes?, James Dean dijo: «Sueña como si fueras a vivir para siempre. Vive como si fueras a morir hoy». Eso es lo que hecho toda mi puta vida, ni más ni menos. Me preguntaron por qué lo hice, y solo hay una respuesta a eso. El mundo, amigo mío, carece de significado.
—Muchas gracias por esta entrevista, señor Starkweather. Que Dios se apiade de su alma.
Extracto de la entrevista realizada al convicto Charles Starkweather un día antes de su ejecución. Lugar: Penitenciaría estatal de Lincoln, Nebraska.
FIN
Relato nominable al I Premio Yunque Literario
José Luis Pascual (Madrid, 1974) lleva desde 2014 administrando Dentro del Monolito, rincón en el que escribe sobre libros, cine y cómic mientras coordina el mejor club de lectura de terror de todo internet. Tras varios años cursando talleres literarios, está centrado en la creación de historias que se inserten en la espina dorsal del lector. Ha publicado relatos en revistas digitales como Tentacle Pulp, Círculo de Lovecraft o Revista Tártarus, y ha participado en antologías como «T.ERRORES», «Orgullo Zombi», «Dentro de un agujero de gusano», «Recuperar el fuego y no ponerle nombre», «Transfórmate o muere» o «Donde la noche crece». Fue finalista en el concurso de relatos de la cadena Ser «Negra y criminal». Coordina las antologías de relatos de terror T.ERRORES.
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Buenísimo!
Sí, lo es. La demostración perfecta de que un relato no necesita ser complejo ni demasiado extenso para grabar una historia en la mente del lector (o hacer que su imaginación vuele).
Me ha dejado con ganas de más.
Muy bueno, empiezo a acostumbrarme al lenguaje que se utiliza en la literatura actual.
La literatura y sus rudimentos han de evolucionar (como lo hace el lenguaje coloquial). A nosotros nos también nos dejó con ganas de más.