Cada libro de Javier Quevedo Puchal es un sinónimo de buena literatura. En este que hoy recomendamos encarecidamente, el autor es consciente de que en la realidad que vivimos es difícil distinguir entre verdad y mentira, por lo que se mira a sí mismo y siente la necesidad de narrarse utilizando una conjunción de materiales heterogéneos, experiencias vividas o conocidas (esa «jauría»), consideraciones reflexivas y estrategias literarias, musicales o cinematográficas. Quevedo expone un código múltiple, que maneja a la perfección, para atestiguar un espacio transgresor, metamorfoseado, que el lector puede recorrer con una visión ontológica, moral o político-social.
Javier es ya un autor consagrado al que hay que seguir muy de cerca.