En esta segunda entrega, Abad y Barroso reaparecen distintos, Ana es subinspectora y no se va a dejar intimidar por el carácter de Santi, a quien apenas le da tiempo a readaptarse —tras pasar por una baja psicológica después de los acontecimientos entre Sam, su exmujer y la propia Ana—, cuando la desaparición de una de las escritoras más famosas del momento hace saltar la alarma en la policía.
Trama muy compleja y un argumento muy bien llevado, capaz de mantener la intriga del lector hasta el final; de hecho, cada vez que descubrimos algo creemos saberlo todo pero quien únicamente lo sabe es la autora. Nosotros somos conscientes al final, cuando encajamos las piezas y todo cobra sentido, si es que lo tiene la mente de un perturbado.
Arantza Portabales recuerda con La vida secreta de Úrsula Bas que de la soledad sólo se sale en la reflexión que permite la soledad y una vez que nos sentimos liberados podremos llevar una vida en común liberada de tristeza.