Qué acertada la cita de Javier Marías que ha escogido Guillermo Borao para presentar su novela, pues lo ha homenajeado doblemente: Javier Marías, por desgracia para las letras, nos dejó el pasado domingo, 11 de septiembre, consiguiendo que esta fecha sea aún más fatídica aunque, en un guiño a Borao, parece que se haya ido respetando la norma que William Langhorne anotó en su cuaderno: «nadie puede morir un domingo antes del mediodía».
¿Son presagios? ¿Coincidencias? ¿Dos estrellas de la literatura han unido ficción y realidad para conseguir que esta sea un poco menos amarga? Puede ser. Habrá que preguntarle al autor zaragozano si cree en el destino. Por ahora nos quedamos con lo que afirma un cochero, al principio de la novela, sobre el final de una obra de teatro, «la vida es, después de todo, un propósito de repetición».
La sastrería de Scaramuzzelli es una deliciosa quimera y aun así se lee sin dificultad. No hay problema en distinguir personajes reales de los imaginarios, aunque nos llevemos más de una sorpresa y la tensión permanezca hasta que «Se cierra el telón». Entonces nos preguntamos sobre nosotros mismos y lo que somos: ¿Personajes en busca de autor? ¿Personajes del Gran Teatro del Mundo?, «y como si estuviera entre bastidores, se esfumó».