Alicia Giménez Bartlett ha vuelto para poner el dedo en la llaga, esta vez a través de Berta y Marta Miralles, un par de principiantes que entran en el Cuerpo General de Policía por la puerta grande, aunque permanezcan, a todos los efectos, en el anonimato.
La presidenta de la Comunidad Valenciana, Vita Castellá, aparece muerta en su habitación del hotel un día antes de ser juzgada, en Madrid, por malversación. Ha sido envenenada, pero esto no puede salir a la luz por miedo a que altas instancias del estado y del partido en el poder queden implicadas. El caso se llevará en absoluto secreto y será investigado por algún novato, como un caso sin importancia. Al nuevo no le darán la información oportuna y a los medios de comunicación se les dirá que la presidenta ha sufrido un infarto.