De vez en cuando hay que volver a Camilleri y a Montalbano, en esta ocasión sumido en una crisis al no asumir que se va haciendo mayor.
El estilo de Camilleri es el propio estilo Montalbano, o al revés. Su evolución íntima y continua acerca la saga a una especie de diario en el que las impresiones sobre su familia, amigos y compañeros se van intercalando con sus actividades profesionales. Por eso seguimos viendo pasión, ternura, cansancio, fallos y ganas de mejorar.