Llegó sin aviso ni permiso ni timbres secos. Colgó en mi perchero su sombrero violeta marchito en una flor. Me miró con su mirada de anzuelos sin encarnar y me dio ese beso que sabía a las garras de un pájaro acariciando el agua, agarrando a su pez de cada día. Me sangró la boca para no devolverle el mordisco.
– El carmín esta vez te toca a ti, me dijo, mientras dejaba caer su último encaje al piso. La medianoche era una ventana en el ojo del fondo de una botella vacía de un Corralejo y, maldita sea, empezó una lluvia de las gotas gordas que quedó debiendo Botero.
– Vente conmigo al barquito de la Nin que cruje madera en francés, dijo en una mueca de desagravio y alfileres. Tiró su espalda a la cama con sus brazos en cruz y abrió sus piernas, recogidas, justo al vértice del ángulo ciego que no pudieron evitar mis ojos. Sentí la lluvia y las olas de mi saliva rompiendo contra mis dientes.
– Tú puedes escribir varias historias de mujeres detrás de cada letra del abecedario, o agruparlas por el signo del horóscopo o por profesión, o por horas de hotel como aquellas con la pintora y Pink Floyd en un 23 de diciembre, casi me gritó. Me desvestí en el metro y medio que nos separaba, tragué el exceso y le escribí con rabia y furia lo que tenía en la punta de mi lengua, entre su coxis y la cima de su Monte de Venus. Con sus puntos y mis comas. Sus gemidos palomas blancas, sus bramidos sirenas de un barco a la deriva, su cuerpo la epilepsia desenfrenada y sus manos, me despellejaban. Dos, cuatro, cinco sin un beso en su boca. Antes de su hartazgo, me deje ser en un estallido, casi justo detrás de su ombligo. Así puede ser una noche, así de puta puede ser una musa cuando se le antoja ser más histérica que celosa. Son así cuando el corazón sin cadenas, cuando la tristeza es un ánfora con el resto de sus cenizas y pétalos de rosas.
FIN
Relato nominable al I Premio Yunque Literario
Nací en Buenos Aires hace más de 50 años, divorciado, padre de cuatro mujeres y un señorito. Me dedico desde hace 30 años al comercio exterior. Sin haberlo hecho antes, comencé a escribir y publicar poesía en Instagram a partir de enero del 2019, cuando un momento álgido de mi vida. No soy gran lector aunque pretendo serlo, paciente del psicoanálisis y admirador de Wittgenstein y la Pizarnik. Escribo desde las emociones, sueños y la esencia abstracta que, surrealista, me habita. Hay un libro en proceso en Caligrama que espero publicar en el 2022.
Instagram: @__juan_lobo_escritor__
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