Novela: La Isla de los Susurros
Autora: Frances Hardinge
Ilustradora: Emily Gravett
Editorial: Bambú Editorial, colección Exit
Género: Cuento Ilustrado
Extensión: 136 páginas
RITUAL
Arranco como terminaré, es un cuento maravilloso, oscuro y maravilloso.
Tengo el placer de explayarme sobre una fábula que cabalga el camino entre lo infantil, lo juvenil y la época adulta. Una obra con el perfecto marco de cuidada edición e ilustraciones sobresalientes.
Se nos narra la historia de Milo, hijo del Barquero, quizá destinado a sucederle, aunque su padre no lo quiera. Este barquero de la isla de Merlank tiene la peculiar tarea de llevarse los zapatos de los muertos para que esos muertos no permanezca en la ínsula, sacra labor. Hasta que fenece la hija de cierto noble, quien no acepta su muerte, y reclama los zapatos de su vástaga para tratar con artes oscuras de resucitarla. La respuesta es no, por supuesto, y por ello, Milo acaba, pérdidas mediante, partiendo solo en La Yegua Vespertina, el barco de su padre, cargando con varios zapatos, algunos muy queridos, y con destino a la Torre Rota en la Isla de los Susurros, para cumplir con labor heredada, siempre perseguido por ese noble y sus acólitos, brujos y magos.
La historia es original, progresiva, empática y terriblemente visual, no solo por las ilustraciones, el texto se bebe con los ojos. Desde que descubrimos las peculiares costumbres de Merlank, la extraña ocupación del Barquero, y las súbita obligación de Milo. A partir de aquí, y en cuanto se embarca, el viaje deviene maravilloso, con encuentros, fantasía en fanfarria, tenebrosidades y siempre la tensión de resultar cazado y fallarle al querido progenitor.
Milo pasa cuasi de niño a adulto en este periplo imposible de irrealidad mágica. Aprendiendo con triunfos y daños, determinado, improvisando. La duda crea el cariño, cercano al lector, como buena fábula. Sus secundarios, más villanos, terribles en lo poco que se muestran, en sus intenciones. Los compañeros, fantasmas, que lo guían, que reclaman, que se duelen y añoran, que lo atormentan y lo acompañan. Real, tangible, maravilloso.
La atmósfera es tangible, desde los diferentes atolones, la mar indómita, los pasajes y arcos misteriosos, las nieblas y criaturas que pueblan todos estos parajes. Suma, acongoja, sorprende. Hasta el destino final, esa Torre Rota. Allí, los desenlaces en o sin justicia, para saber qué será de Milo, ya nuestro amigo.
El estilo de la autora, definido por el cuento clásico y las necesidades actuales de los consumidores, a cualesquiera edad. Justo, simple, conciso, adecuado. Eso sí, aunque resulte ideal para narrar a los infantes alrededor del fuego de chimeneas, carece de prosa que realmente alcance a los y las más exigentes, pues reitera excesivamente los verbos haber, ver y tener, sobre todo, pudiendo albergar más riqueza y recorrido con otro tratamiento y composición. Una pena y mácula que no le quita méritos a la historia, pero que con ese añadido resultaría inolvidable. Nota para eruditos.
En resumen, como siempre, ya me conoces. Adoro cualquier tipo de texto, cuentos, relatos, novelas más allá de género. Me sumerjo en ellas con la imaginación de un crío. Las disfruto y devoro, como he hecho con esta Isla de los Susurros. Me ha encantado, encandilado. La fórmula funciona, el volumen muy recomendable, el formato, magnífico. Recomendado para niños y niñas, jóvenes, y para los que sigan y quieran seguir siendo niños y niñas. Soñando siempre. Desatando la imaginación.
Un cuento maravilloso, oscuro y maravilloso.
Pd: puede que parezca demasiado severo referido a un cuento y su prosa, pero creo que las fábulas son atemporales, y que requieren del mimo más profundo y detallado, lo que no exime de gozarlo, forma y fondo.
Una reseña de Román Sanz Mouta
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