Conocí a Pierre Lemaitre con Irene y quedé maravillada con la forma de contar de este autor francés y con la capacidad de su protagonista, el inspector Camile Verhoeven, para asumir su diferencia; esto hizo que, página a página me fuera encariñando con él, por lo que me costó tanto asumir su desgracia que juré que no volvería a leer nada de la saga de ese policía. Y tengo los libros.
Al final, tras muchos meses, o años, me he decidido por La gran serpiente, la primera novela negra escrita por Lemaitre (ajena a la saga Verhoeven) y la última en ser publicada en España.
Pues sí, este parisino ya apuntaba maneras desde el principio. La gran serpiente es una novela dura pero se lee con facilidad; entre otras cosas, la maestría del autor a la hora de contar ya aparece en su primera novela. Además, el humor consigue que el ritmo vaya creciendo hasta llegar a un trepidante final, que estamos deseando para ver si cumple nuestras expectativas. Con esta entrega no hay que llevarse a engaño. El autor afirma en el prólogo que se despedía del noir con la primera novela que escribió y, después de leerla, no me parece que La gran serpiente sea novela negra.
La gran serpiente no es tampoco una novela policíaca; aquí no hay enigmas que resolver excepto para la policía, que no atina en el porqué de los crímenes mientras estos se le acumulan con los de las bandas del barrio, que no hacen sino alejarla de la verdadera asesina.
En realidad, la novela es la historia de Mathilde Perrin. Esa sí que es negra, oscura; es una historia espeluznante de una asesina sin piedad, resolutiva, sin ningún tipo de empatía con nadie hasta que su cabeza empieza a jugarle malas pasadas y tiene graves despistes que traerán unas consecuencias demoledoras.
En fin, la prosa de Lemaitre ha conseguido que le dé otra oportunidad a Camile Verhoeven.