Es increíble la capacidad de O’Farrell para introducirnos en el ambiente del siglo XVI, la vida natural del campo, la alta densidad de población en la ciudad, su ajetreo y el ambiente cultural frente a la tranquilidad y primitivismo del pueblo.
Lo que en la protagonista no consiguió la falta de padres, la humillación de su suegro o la abulia de su marido, lo logró la muerte de su hijo, eso es lo que hace que se rompa «ella no encuentra, no localiza el espíritu de su propio hijo». Y de nuevo la literatura es capaz de establecer un puente salvador con la realidad más dura «Su marido lo ha devuelto a la vida de la única forma que podía».