Escritor no es aquél que vive de publicar. Escritor es aquél que, después de cumplir con sus obligaciones, renuncia a horas de descanso para dar vida a personajes, crear universos en los que estos puedan desenvolverse y con todo ello, transmitir sentimientos e ideas o agitar conciencias. Ah, sí, y también entretener.
Quienes están afectados por el mal de las letras no siempre teclean pensando en sus lectores. A veces, simplemente son incapaces de evitar tirar del hilo invisible que solo ellos descubren emergiendo de una imagen, un recuerdo, una canción o cualquier detalle insignificante para el resto. Y este tipo de relatos, los que surgen inesperadamente de esos hilos, son los mejores porque cuando alguien escribe para sí mismo, por la mera necesidad de hacerlo, abre la puerta a su mundo interior. Una puerta que, accidentalmente, permite salir miedos, obsesiones, deseos o ideologías.
No conozco al señor Wittener. Solo he leído algún relato suyo con anterioridad. Pero tengo la firme convicción de que las 8 historias que componen Fuera de Confort debieron ser escritas en distintas etapas de su vida y probablemente, para él mismo. ¿El resultado? Una antología ecléctica, perturbadora, inquietante y casi siempre, sorprendente.
Como buen psicoanalista de taberna os diré que el autor encuentra a las mujeres de uniforme tan atractivas como temibles. Que desconfía de las personas anodinas y pusilánimes. Que ve en la ciencia tantas posibilidades como peligros y que lo que más le perturba, después de las mencionadas mujeres de uniforme, es no saber que pasa por la mente de los niños. Pero claro, ¿a quién no le aterran los niños?
¿Creéis que os he estropeado la antología con este diagnóstico? Pues no. En realidad, ahora mismo no tengo claro si hablaba de Wittener o de mí. Porque al devorar estas ciento siete páginas he compadecido a quien antes había envidiado, he temido a quien había subestimado, he conocido inocencia y maldad, he rezado para no ser castigado por pecados que aún no he cometido y he mirado al cielo esperando a la muerte o buscando la salvación.
Fuera de confort no se mueve entre parámetros concretos, ni en el fondo ni en la forma. Combina terror y humor, odio y ternura, venganza e injusticia, asombro y resignación. Algunos de sus relatos, los que parten de lo cotidiano (de lo que hemos visto, vivido o asumido como habitual), nos obligan a meternos en la piel de los protagonistas y a compartir su desesperación y desamparo. Otros nos trasladan a los Estados Unidos de los años 50 y en algunos hay personajes tan nuestros, tan indeseables y ordinarios, que nos obligan a dejar de leer para pensar en aquellos con quienes convivimos.
No lo dudéis. Tal vez esta antología sea inclasificable. Tal vez abarque géneros demasiado diversos. Pero engancha de mala manera y sacude al lector. Dicen que contiene “relatos incómodos”, pero son estimulantes. Leedlos, podréis convertiros en donjuanes o vengaros de ellos. Volveréis a ser niños inteligentes y enamoradizos y hasta es posible que os crucéis con algún alienígena. Tranquilos, ¿acaso creéis que los extraterrestres serán más desagradables que algunos de los habitantes de vuestro edificio (o que el hijo de vuestra pareja)?Sí, leedlos y viviréis Días inolvidables (mi favorito, tengo que decirlo). Pero puede que estos no sean como imagináis.
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