La novela es un tira y afloja entre mentes privilegiadas y otras que no lo son tanto; el lector asiste impaciente a las desorientaciones, a las asociaciones inverosímiles, hasta que se intuye inmerso en un espacio y tiempo irreales, propios de un estudio cinematográfico que busca la complicidad de un público que, mientas ríe sin parar, se da de bruces con la peor cámara del horror imaginable.
Creo que si Faustino Chacón leyese Faustino Chacón estaría contento. Aquí en España, no tuvo el reconocimiento debido. Qué raro ¿no?