Érase una vez un niño que dibujaba muy bien. Sus dibujos eran tan reales que a veces cobraban vida. Un día, el niño dibujó una preciosa águila que, en pocos segundos, salió volando del papel y escapó por la ventana. Corrió tras el pájaro hasta que se posó en un pino. El chico trepó como pudo al árbol. Cuando llegó arriba, se percató de que aquella vista era preciosa. Al dirigir una mirada al águila, ésta ya no estaba. Para poder buscarla, volvió a casa y en la puerta se encontró al pájaro posado en el tejado. El chico se dio cuenta de que el pobre animal parecía triste, así que rápidamente cogió muchos papeles y lápices, y se tumbó en el césped de la entrada, bajo la atenta mirada del ave. El niño dibujó y dibujó muchos animales de todo tipo. Aquella tarde se volvió brillante bajo tantos tipos de pelajes de diferentes colores. Cuando llegó la noche, unas nubes negras se asomaron por el cielo. Pronto empezó a llover, y todos los animales comenzaron a volverse borrosos mientras se diluía la tinta de sus pieles. El niño metió a todos en casa, pero fue demasiado tarde, los papeles quedaron en blanco. Él también estaba empapado, así que intentó cambiarse de ropa, aunque se dio cuenta de que no podía sacársela; poco a poco, él también se estaba borrando. El niño cogió rápidamente los lápices para volver a dibujarse, pero no conseguía pintar encima del papel mojado, del que ahora parecía estar hecha su ropa. Entonces, cuando pensaba que se iba a borrar completamente, un grito lo despertó. Su madre lo llamaba para desayunar, que llegaría tarde a clase.
Relato nominable al II Premio Yunque Literario
En cuanto a mi:
Soy bióloga, la escritura es mi afición y soy fan del manga/anime.
En 2014 empecé a escribir bajo el pseudónimo de Kaala V.G. en Wattpad y, actualmente, tengo autopublicados en Amazon: una novela de asesinos, estilo novela negra, llamada “Los Asesinos de Noir” y un libro recopilación de historias cortas (Historias de un Observador).
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Un relato de tintes fantásticos que me hubiera gustado que tuviese un final más original.
Me gustan los sueños que parecen tan infantiles que te los puedes creer despierto.
¡Enhorabuena, Kaala!