Podía haber empezado esta sección de cualquier otra manera, pero me voy a meter en un jardín, concretamente en el jardín del mal (entenderéis la referencia más adelante), para hablaros sobre la literatura victoriana en general y la obra de Bram Stoker en particular.
A lo largo de la historia, ha habido autores que han pasado a la posteridad debido a una sola novela, cuya fama eclipsa el resto de su producción literaria. Este fenómeno puede deberse a diversas razones, como el impacto cultural, la relevancia histórica de la obra o el reconocimiento crítico o popular alcanzado. Es inevitable asociar automáticamente a Dante Alighieri con su Divina comedia, así como es imposible hablar de Miguel Cervantes sin tener en mente el Quijote.
Lo mismo sucede con los grandes autores del género fantástico: al mencionar el nombre de Franz Kafka (me da igual si alguien no lo considera un autor fantástico), la conexión con La metamorfosis es inmediata debido a su innovación narrativa y al impacto que supuso para la literatura universal. ¿Y qué decir de Mary Shelley? Siempre será recordada, no solo por darnos a Frankenstein, uno de los monstruos clásicos más interesantes, sino también por ser precursora de la literatura de ciencia ficción y por su reflexión sobre la ética y el papel social de la ciencia y la tecnología.
Pero quizá el ejemplo más paradigmático sea el Drácula de Bram Stoker, cuyo personaje se ha convertido en todo un símbolo cultural, al margen incluso de su propia novela y de un Stoker que no llegó a recibir en vida el reconocimiento suficiente por su gran obra. Y digo que es paradigmático porque escribió doce novelas de diferentes géneros y varios cuentos, sobre todo de terror sobrenatural. Son textos de calidad variable, destacándose algunos excelentes como La joya de siete estrellas, La casa del juez, El entierro de las ratas o Un sueño de manos rojas. Esto viene a contradecir a esa parte de la maledicente crítica que ha venido considerando a Stoker como un escritor mediocre con una sola obra reseñable.
La guarida del gusano blanco
Toda esta reflexión viene al hilo de una de mis más recientes lecturas: La guarida del gusano blanco (o La madriguera del gusano blanco), que en EE.UU. fue también editada con el título de El jardín del mal en una versión resumida (mutilada sería el adjetivo correcto). Se trata de la última novela escrita por Bram Stoker (en 1911, un año antes de su muerte) y quizá la más conocida del escritor irlandés después de Drácula. Me encantaría poder decir que, a pesar de haber sido despellejada hasta el tuétano por la crítica, es una obra rescatable a la que se ha tratado de manera injusta. Pero no es así. Tiene un buen comienzo y es capaz, por momentos, de generar tensión e intriga, aunque no me atrevería a recomendarle a nadie que pierda el tiempo con su lectura. Se dice que H.P. Lovecraft alabó este libro, pero en realidad su opinión no era muy favorable hacia una historia llena de contradicciones y situaciones que rozan el absurdo. A pesar de ello, evoca un horror impactante asociado a tiempos antehumanos que bien pudo servir al de Providence como fuente de inspiración para sus dioses primigenios. Por otra parte, en descargo de Stoker, es importante mencionar que escribió el libro bajo los efectos de algunas drogas recetadas para combatir la nefritis y la gota que padecía. Algunos rumores, quizás con fundamento, aseguran que sus problemas de salud eran más atribuibles a una sífilis que arrastraba desde su juventud, siendo esta posiblemente la verdadera causa de su muerte.
No quiero aburriros haciendo una reseña completa del libro, pero es importante señalar que Stoker, acosado por una situación económica más que precaria, quiso repetir la fórmula del relativo éxito que había obtenido con Drácula. Ambas novelas presentan una lucha entre el bien y el mal, pero también comparten otros aspectos. Esto es lo más interesante, no solo de La guarida del gusano blanco, sino de Stoker como escritor, cuya obra, más allá de Drácula, refleja los intereses y pulsiones de la sociedad victoriana en la que vivía. Y es precisamente sobre esto es de lo que quería hablaros. ¿Qué elementos comunes encontramos en sus obras? Veamos:
Goticismo
Aunque los géneros literarios del realismo y el naturalismo estaban en auge, el gótico, surgido en el siglo XIX, aún persistía como una alternativa exitosa. Stoker utilizó estructuras narrativas episódicas (cartas, diarios), creó monstruos y seres sobrenaturales y confrontó la superstición con la ciencia. Pero sobre todo destacó (y Drácula es el culmen de esto) en la creación de ambientes fantásticos, misteriosos y siniestros. En muchas de sus historias, lo preternatural y el horror están presentes: las atmósferas son tensas y oscuras, y los personajes se enfrentan al aislamiento, la obsesión o la locura, sumado a la lucha contra fuerzas malignas que representan el lado siniestro de la humanidad.
El folclore y la tradición
Además de inspirarse en la tradición vampírica de Europa del Este para su Drácula, Stoker incorporó en sus novelas elementos del folclore irlandés, como las supersticiones y las creencias en seres sobrenaturales. En La guarida del gusano blanco utiliza la leyenda del Lambton Worm, una criatura legendaria del noreste de Inglaterra, como base para la trama. Otros componentes de la mitología celta aparecen incorporados en varias de sus obras, mostrando su interés en las creencias populares. El empleo del folclore y la mitología local sirve como herramientas para enriquecer las historias y dotarlas de un tono misterioso.
Sexualidad
En un ambiente tan restrictivo como el de la época victoriana, la sexualidad se consideraba un tema tabú. La obra de Bram Stoker, descrita simultáneamente como puritana y pornográfica, trata de forma recurrente este tema en La guarida del gusano blanco y Drácula. En ambas historias se advierte de los peligros y la ambigüedad de la sexualidad femenina. Tanto Lady March, un personaje fascinante que utiliza su belleza para manipular y revelarse como un ser repulsivo, como por el conde Drácula, quien rompe los tabúes sexuales victorianos al seducir y corromper a mujeres puras y virtuosas (mujeres británicas, of course), juegan un papel relevante. En La guarida del gusano blanco, la feminidad es tratada como un poder destructivo que desentierra aspectos prohibidos del sexo. Estas representaciones vinculadas con el poder, el control y transgresión de la sexualidad femenina, dan para debate. Aquí podríamos discutir ampliamente sobre la misoginia de Stoker o el concepto de la maternidad y la mujer como objeto reproductivo en la época.
Mesmerismo y otras hierbas
Otros temas recurrentes en la obra de Stoker y en el goticismo de la era victoriana son los viajes y aventuras hacia lugares exóticos o remotos, simbolizando el anhelo de exploración y descubrimiento característico de la época, además de representar una metáfora del viaje interior hacia los miedos y deseos más profundos de los personajes.
Relacionado con esto está el miedo al extranjero. Si bien sería arriesgado afirmar que Stoker era racista, recordemos que su vida transcurrió durante el auge del imperialismo colonialista. Sin embargo, algunos de sus personajes reflejan los temores de la sociedad victoriana hacia lo no convencional. Por ejemplo, el conde Drácula, personaje misterioso y amenazante que invade la sociedad inglesa, procede del este. Si nos atenemos a la descripción que Stoker nos da del vampiro (nariz aguileña, moreno, pelo rizado, taimado), ¿no se asemeja a la imagen estereotipada de la raza judía? En La guarida del gusano blanco, el personaje de Oolanga es un nativo africano que trabaja como sirviente en la mansión de Edgard Caswall. Su descripción está marcada por prejuicios racistas y condescendientes, siendo retratado como un personaje primitivo, supersticioso y subordinado.
He dejado para el final un tema que me resulta muy interesante. En la literatura gótica, la hipnosis, posesión, telepatía, mesmerismo o médiums son recurrentes debido a lo sugerente que resulta la manipulación de las pasiones humanas. Este fenómeno se refleja en obras como El magnetizador (1813) de E.T.A. Hoffmann, La verdad sobre el caso del señor Valdemar (1845) de Edgar Allan Poe, o Trilby (1894) de George Du Maurier.
Es necesario diferenciar entre mesmerismo, magnetismo animal y la hipnosis, prácticas que involucran la influencia mental, pero que difieren en sus enfoques y métodos. El mesmerismo, creado por Franz Mesmer, se basa en la transmisión de energía magnética para inducir estados de trance y curar enfermedades. El magnetismo animal amplía esta idea, centrándose en la capacidad de algunas personas para influir en otras a través de dicha energía. En contraste, la hipnosis es un estado de trance en el que el sujeto se vuelve más receptivo a las sugestiones del hipnotizador, sin necesidad de energía magnética. Cada práctica tiene aplicaciones únicas en terapia y sugestión, contribuyendo al estudio de la mente.
En Drácula, la hipnosis destaca como un elemento central, aunque Stoker evita el término «magnetismo animal». La novela presenta poderes hipnóticos tanto en el héroe como en el villano. El doctor Van Helsing utiliza técnicas de hipnosis influenciadas por Jean-Martin Charcot, mientras que Drácula adquiere sus habilidades en una secta ocultista llamada Escoliomancia. La novela Stoker parece cuestionar los métodos de Mesmer, pero también reconoce su contribución a la ciencia. Y una vez más, en La guarida del gusano blanco, también se abordan estos temas con una lucha mesmérica entre personajes que representan el bien y el mal, aunque planteada de manera algo ridícula. ¡Y que digan que Bram Stoker era un tipo conservador y políticamente correcto cuando trataba los temas más alucinantes y de moda del momento!
Un artículo de Alberto de Prado
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Genial artículo.
Espero con asias las incoherencias en Las aventuras de Arthur Gordon Pym.
Gracias, Vicente! Igual sale ese artículo, pero en ese caso no será solo sobre el libro, hay mucha tela que cortar por ahí.
Buenísimo articulo, felicidades al Yunque y a Alberto de Prado.
Muy constructivo, cargado de información sin caer en la pesadez del vocabulario.
Tengo Drácula para leer este año y sé que lo afrontaré con una perspectiva diferente a si lo hubiera leído hace unos meses.
Felicidades de nuevo
Muchas gracias, Laura. Me alegro que te haya resultado interesante el artículo para esa lectura. Solo con eso ya valió la pena escribirlo.