Es curioso cómo las grandes expectativas que tenía al empezar a leer la novela se han ido apagando conforme llegaba al final. Es un libro cortito pero ese no es el fallo. No le faltan datos, adolece de falta de reacciones de los personajes para que no quede todo tan aséptico. La historia está bien, muy bien ideada, pero la trama es plana, no encuentro dónde engancharme. No hay giros ni soluciones inesperadas, y el final es sorpresivo pero, al menos en mi caso, porque defrauda totalmente.
He echado en falta cierta atracción hacia algún personaje y eso que los temas se prestan a provocar, a recriminar, a denunciar. Los personajes circulan como personas corrientes, esas en las que nunca te fijarías, por lo que su participación en El escritor número 8 es figurativa, incluso aquellos en los que pones todas las expectativas porque dan la impresión de que tendrán un papel inolvidable.