De nuevo descubro a un buen escritor. Jaime Molina García no es aficionado en el mundo de la escritura. Lo avalan dos novelas cortas premiadas, seis novelas, de las que a dos de ellas también se les concedió un premio y más de cuarenta cuentos. Pero yo no lo conocía. Una vez más me soy consciente de que por mucho que viva no leeré todo lo que merece la pena.
Camino sin señalizar es una novela negra, diferente; está presidida por prácticas sexuales que establecen vínculos de subordinación, prácticas eróticas con reglas, y sobre todo con castigos, roles dominantes y sumisos (acordados), sadismo y masoquismo.
El BDSM no me atrae, es más, siento un rechazo absoluto solo de pensarlo, puede que mi umbral del dolor, bajo mínimos, tenga algo que ver, pero precisamente por eso me extraña no haber podido dejar de leer hasta que he terminado la novela.
Jaime Molina sabe escribir, de eso no hay duda, y consigue atrapar al lector en una trama muy bien llevada en la que no todo lo que imaginamos es cierto.