
Autor: David Castillo
Editorial: Pez de Plata
Género: distopía
Extensión: 160 páginas
“Millones de personas querían ser normales sin darse cuenta de que las normas les estaban matando. Y, mientras tanto, el sistema reproducía los tics viejos, los que lo habían hundido todo, como si los errores fuesen lo único reproducible, incluso en las peores condiciones”
Una ciudad es un acuerdo tácito, una ficción compartida que permite a millones de personas convivir sin destruirse mutuamente. Existirá mientras creamos en ella, mientras aceptemos que el otro tiene un lugar legítimo a nuestro lado. Pero cuando esta idea se erosione, se generará un vacío insalvable y solo quedará un territorio habitado por individuos.
Llegados a este punto, las instituciones no desaparecerán, pero carecerán de legitimidad porque nadie confiará en ellas. Surgirán nuevas formas de orden, más precarias y violentas. La desigualdad no destruirá solo la economía, sino también la posibilidad de imaginar un futuro. Los privilegiados se encerrarán, defenderán lo que tengan y los demás tratarán de mantenerse a flote debatiéndose entre la resignación y la rabia.
Quienes más sufrirán serán los jóvenes. No por su rebeldía natural, sino porque intentarán incorporarse a un mundo que no los espera. Si no encuentran su lugar, lo crearán. Y si no pueden crearlo, incendiarán el planeta.
Cuando llegue el apocalipsis, necesitaremos darle un sentido a nuestra vida. No nos bastará con respirar. Necesitaremos elaborar un nuevo relato compartido, porque sin él caeremos en la degradación moral; lo real se volverá caótico, inhabitable, y el instinto de supervivencia se impondrá ante todo y ante todos.
¿Te preguntas por qué escribo en futuro? Para que sientas temor. Ni nuestra sociedad ni nuestras ciudades son invulnerables.
Todas estas reflexiones tienen su hipocentro en Barcelona no existe, una novela que aúna crítica, reflexión, especulación y lamento. David Castillo nos muestra un futuro cercano en el que la Ciudad Condal ha sucumbido a la decadencia más absoluta. A través de un antihéroe lúcido y cansado, recorre una urbe que ya no es y que nunca regresará. Que se descompone lentamente como un cadáver ignorante de su condición, y cuyos habitantes ya ni siquiera son células moribundas. Han devenido en parásitos desesperados que sobreviven sin rumbo y se evaden de su realidad gracias a las drogas, el sexo y el juego.
La obra mezcla thriller, distopía y reflexión sociopolítica, sin decantarse totalmente por ninguno de estos géneros. Aunque demasiado explicativa en su primera mitad, no cae en sermones. El ritmo es ágil y la descripción que hace de una Barcelona post-colapso resulta hipnótica. Algunos personajes secundarios carecen intencionadamente de profundidad, pues así no desviamos el foco de lo genérico de la crisis a los retratos individuales ¿Deberías leerla? Claro que sí.
Barcelona no existe es una crítica a la fragilidad de nuestras instituciones. Un experimento sociológico y prospectivo. Un divertimento que se recrea en la degradación social y cultural. La representación de una ciudad como personaje herido. Un disparador de preguntas. Una jarra de agua fría en pleno invierno. Y, sobre todo, una advertencia disfrazada de ficción.
Una reseña de David M. Hefesto

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