
Autor: Grady Hendrix
Editorial: Minotauro
Género: ciencia ficción humorística
Extensión: 224 páginas
RITUAL
Desde ya, y pese a las críticas eruditas que recibe, y pese a las erratas de sus libros o las reiteraciones verbales, afirmo contundente que me encanta Grady Hendrix, porque escribe para divertir y divertirse con el terror como herramienta, el mejor camino. Y si, además, leéis su sincero prólogo en esta novela, que representa a muchos escritores y a muchas personas desencantadas, la admiración se multiplica. Soy uno de los suyos.
Porque, ¿quién escribiría sobre un borracho que creyó ser astronauta por estar sentado en una nave sin despegar y que, desde su granja, pretende construir un cohete espacial para rescatar a un primo dejado a morir en la estación internacional? ¿Qué verosimilitud tiene? Ninguna y toda.
Y esa es la sinopsis. Un borracho, ex supuesto fracaso del transbordador espacial, Walter Reddie, ve a su primo encerrado en el firmamento, fuera de toda opción de rescate. La NASA, el mundo, lo han dejado tirado para morir en el cosmos. No lo consentirá Walter. Sin dejar su vodka un instante, va convenciendo, nadie sabe cómo, a expertos desechados por las grandes agencias, genios en desuso y pequeños colaboradores para logística. Van a diseñar y construir un cohete, despegar, llegar a estación espacial, rescatar a su primo y volver. Arrancan. Y, sin esperarlo, desde su remoto Estados Unidos perdido y rural, empiezan a acudir en masa a sus terrenos cientos de voluntarios, de toda índole y capacidades. Miles, más manos y habilidades. Cuasi una secta. Hasta que el gobierno no puede ignorar su actividad, porque, ¿imaginad qué necesitan para hacer despegar el cohete? Una sustancia muy, muy, muy peligrosa. Y no solo eso… Desde aquí, al cielo.
El estilo es el de siempre, pero aquí incluso más breve, dialogado. De consumo fugaz como el combustible de ese improbable cohete, porque la obra es corta, divertida, coherente dentro de su locura.
Los personajes, desde el protagonista, tienen ese encanto descastado, de gente ya fuera de la rueda a la que le conceden una segunda oportunidad sin permisos de la sociedad ni del gobierno. Y su combinación funciona.
La atmósfera se construye a partir de esas dificultades de materiales, de profesionales, de adecuar a cada cual en su mejor puesto, de ser capaz de coordinar a tal marabunta con un único y tan complejo objetivo, esquivando a las fuerzas de seguridad ya alertadas. Entrando en guerra…
El desenlace, ya me contarás.
Piensa en una crítica social salvaje, ácida, desde América, o cualquier otra zona despoblada y profunda, donde todos los fracasados y fracasadas se rebelan contra el destino porque un hombre alcohólico piensa: ¿por qué no voy a poder hacer algo? ¿Quién o qué me lo impide? Y se pone a trabajar. Maravilloso, fugaz, entretenimiento puro. Mis respetos a Grady. Como sus anteriores obras, y pese a las habituales críticas, la recomiendo.
Pd: es una obra que podría llenar de ideas (buenas y malas) a cantidad de gente. Cuidado…
Una reseña de Román Sanz Mouta

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