H – ¿Crees en el destino? ¿Somos libres o alguien mueve nuestros hilos?
DM – No, no creo en el destino. Opino que los humanos somos libres y, desde luego, responsables de todos nuestros actos. La idea de destino ha servido demasiado a menudo para no asumir responsabilidades. No creo que nadie “mueva nuestros hilos”, porque no creo que tengamos ninguna clase de hilos. El destino es esa idea que inventamos para justificar tantas cosas: fracasos, falta de voluntad, crímenes de todo tipo y un larguísimo y, a menudo, triste etcétera. Creo que la libertad de los seres humanos es nuestra capacidad de elegir entre las distintas opciones que el día a día pone ante nosotros, y creo que debemos hacerlo según nuestra razón y nuestra conciencia. Creo en la ética, en tener un sistema de valores que nos permita distinguir lo que está bien de lo que no. Además, soy ateo (y, por tanto, creyente: creo firmemente que no existe eso que hemos llamado dioses). No hay un “plan divino”, una fuerza ciega que determine nuestro futuro. Solo causas y efectos naturales entre los que están nuestras acciones, tanto individuales como colectivas. Podemos conocer e, incluso, controlar algunas de esas causas y efectos mediante la ciencia, pero poco más. Estoy firmemente convencido de que somos los únicos autores de nuestra historia y de nuestro futuro. Menudo chorizo te he soltado nada más empezar… 😅
David Mancera (Cádiz, 1974) es ingeniero de profesión y creador de universos por vocación. Su narrativa, rica en matices, explora temas éticos y sociales sin descuidar el entretenimiento en ningún momento. Con La Canción de Arena, trasciende géneros, invitándonos a reflexionar y conquistándonos como autor. ¿Todavía no lo conoces?
H – David, ¿Cuándo soñaste por primera vez con navegar un mar de arena? ¿De dónde surgió la idea?
DM – Si has leído la bio que incluimos en La canción de arena, habrás visto que uno de los calificativos con los que elegí definirme es el de ingeniero. A menudo se entiende la ingeniería como la aplicación de conocimiento científico y matemático a la resolución de problemas y a la creación de soluciones que mejoren algún aspecto de nuestras vidas. No puedo estar más de acuerdo con esta definición, pero también me parece mortalmente aburrida. Creo que las personas con “mente de ingeniero”, con esa mezcla de creatividad e ingenio, tienen un enorme potencial para la diversión. Que los ingenieros pueden ser, y a menudo son, personas tremendamente divertidas. Y uno de los mejores ejemplos de esto es otro ingeniero, uno muy especial: un tipo llamado Mark Rober que trabajó varios años en la NASA antes de dedicarse a tiempo completo a su canal de YouTube.
Durante una buena temporada estuve suscrito a ese canal. Me encantaban sus experimentos caseros y los desafíos a los que se sometía. La idea de un mar de arena navegable se me ocurrió viendo uno de esos vídeos, en el que implementa un método para fluidificar la arena:
Y como yo también soy ingeniero, empecé a pensar que, si una civilización desarrollase la tecnología necesaria para usar esa clase de “navegación”, muy probablemente lo habría hecho inspirada por la observación de un organismo que la utilizara de manera natural, igual que las alas de los aviones se nos ocurrieron observando la forma de las alas de las aves. Así que, a partir de ese vídeo sobre la técnica para la fluidificación de la arena, no solo se me ocurrió cómo navegar un mar de arena, sino que dio origen también a las serpientes.
H – En La canción de Arena he creído encontrarme con Herman Melville, George Orwell e inevitablemente, con Frank Herbert y no sé si se me escapa alguna influencia más. ¿Crees que la fantasía actual es aún poco permeable a otros géneros literarios?
DM – Diría que no. De hecho, no creo que nadie considere fantasía la obra de Melville (aunque si nos paramos a hablar de Bartleby, el escribiente, igual acabamos llegando a alguno de esos barrizales que tanto nos gusta hozar a ti y a mí), así que, si ha logrado permear hasta mi humilde canción, es una señal de que, efectivamente, sucede. Seguramente más a menudo de lo que pensamos. Melville está, en especial en el arranque de la novela. De hecho, en mi cabeza las serpientes estaban tan cercanas a las ballenas de nuestro propio mundo que, cuando ya llevaba no sé cuántas revisiones del manuscrito, todavía encontré una “ballena” donde debería haber estado una “serpiente”.
Orwell también está ahí, aunque quizás su presencia sea más sutil. Triria no es un estado tan totalitario como la Oceanía de 1984, pero hay una intención clara por mi parte de reflexionar sobre los mecanismos de control del totalitarismo: la propaganda, la represión, el lavado de cerebro de la población, el control del acceso a la información, el culto a la personalidad de los líderes, la reescritura de la historia y, por supuesto, la violencia. Hay muchas escenas donde el lector se va a encontrar con esto, aunque en un mundo de fantasía. La elección de la Antigua Roma como palanca de ambientación para construir la Triria de La canción de arena persigue el mismo objetivo (además de facilitarme entrar en harina sin necesitar 200 páginas). Herbert, por el contrario, diría que no está. Al menos, no de un modo consciente, claro. Las referencias a Dune han sido constantes. Incluso la editorial la eligió para que apareciera en la sinopsis. Pero opino que eso es quedarse en la superficie de ambas historias. Dune es mucho más que “gusanos en un desierto”. Humildemente, también lo es La canción de arena. Además, mis serpientes son mucho más verosímiles que los gusanos de Arrakis 🧐😜
H – ¿Y qué hay de la denuncia social? Eres un autor comprometido con los problemas de nuestra sociedad y en esta novela nos hablas, entre otras cosas, de degradación política y de ecología. ¿No temes que, por la naturaleza escapista del género, se trivialicen los temas que querías plasmar?
DM – Creo que eso depende por entero de los lectores. En mi opinión, los temas están ahí con una claridad fuera de toda duda. En La canción de arena hay antibelicismo, ecologismo (que no ecología) e, incluso, un mensaje antitaurino (si uno se para a pensar un poquito). Muchas de las cosas en las que creo firmemente están ahí. Hasta la cita elegida para abrir la novela tiene esa intención. Si algunos lectores deciden trivializar estos temas solo porque la ambientación es la que es o porque se asume que el género fantástico tiene una vocación escapista, será el modo en que decidan hacer suya esta historia y será tan legítimo y apropiado como cualquier otro.
H – Tus personajes, todos diferentes entre sí, enamoran. Me hicieron recordar que es necesario rodearse de gente diferente para poder crecer y aprender a ver el mundo con otros ojos. ¿Nacieron antes o después de tus serpientes de arena? ¿Los creaste al servicio de la trama o fueron ellos quienes te arrastraron hasta Triria?
DM – ¡Muchísimas gracias! Me hace muy feliz que los personajes de LCDA te hayan causado tan buena impresión. En esta novela la ambientación tiene un peso muy potente (sentía que tenía que ser así para que funcionara) y, precisamente por eso, en lo que más cuidado puse fue en los personajes, por encima de la trama e incluso del worldbuilding. Así que si lectores con una mochila como la tuya se enamoran de ellos solo puedo sentir satisfacción y felicidad 😊
Pones el foco en la diversidad y aciertas de nuevo. Traté de hacerlos lo más diversos posible, porque tanto la vida como la narrativa son mejores cuanto más diversas son las personas de la primera y los personajes de la segunda. La diversidad nos expone a más ideas y modos de pensar, nos enfrenta a perspectivas diferentes. Encuentras diversidad en Cien años de soledad, pero también en Orange is the new black. Yo solo tenía 40000 palabras, así que he hecho lo que he podido con ellas. En cuanto a si fue primero el huevo o la gallina, soy arquitecto (o mapa) en lo macro y bastante jardinero (o brújula) en lo micro, así que te diría que ambas cosas: cuando la trama era solo una escaleta y los personajes apenas una nota sobre un arquetipo, es cierto que estaban primero los mimbres.
Pero en cuanto fui dando forma a las escenas, los personajes ganaron volumen y voluntad. A partir de ese punto, ellos y ellas deciden que no, que por ahí no, que mejor por allá. Hacen suya la historia y me llevan de la mano. Por algo que no puedo desvelar porque sería un gran spoiler (espero que tú sepas a qué me refiero), todos los aspectos de la trama tenían que estar muy bien atados, pero a pesar de ello y si volvemos a la primera de tus preguntas, incluso los personajes que sí creen en dioses han hecho en realidad lo que les ha dado la gana 😊 Eso sí, las serpientes estaban ahí desde el principio: “Somos el pueblo que estuvo y estará. Nosotros cantamos la canción del mundo”.
H – ¿Eres consciente de que, a pesar de todo, el mundo que has creado reclama el protagonismo absoluto? ¿Piensas volver a él? ¿Qué tenía la antigua Roma que nos sigue atrayendo tanto?
DM – Creo que la Antigua Roma, tanto en la fase republicana como tras César y, sobre todo, Augusto, es uno de los mayores exponentes en nuestra Historia de eso a lo que nos gusta llamar el sentido de la maravilla. Si hubiera dispuesto de más espacio, quizás habría cambiado el latín por otra lengua, el consulado por una forma similar, aunque no idéntica, de gobierno, o al decurión por algún otro rango militar inventado. Pero probablemente seguiría habiendo una Midrava (un coliseo), un pueblo capaz de cruzar el mar para conquistar a los que viven al otro lado y un tirano casi convencido de su propia divinidad. Roma sería menos visible, porque no habría tenido tanta necesidad de recurrir a tropos que todos tenemos en nuestras neuronas desde pequeños, pero seguiría estando ahí en cierto modo. Incluso el pasado de Triria se apoya en el de Roma: lo inspira Etruria, la monarquía que precedió a la república. Lo más divertido, sin embargo, es responder constantemente a la pregunta “¿cómo habría sido la Roma de este mundo?”. Eso es lo que hacía constantemente. En Roma, era importantísimo el calendario, pero estoy seguro de que César habría decidido basarlo en los eclipses de las estrellas de haber nacido en un sistema binario. Los colores tienen que ser también diferentes en un planeta que, en lugar de estar bajo la luz de una estrella amarilla, tiene una naranja y otra roja, y donde sus “humanos” no han pasado millones de años rodeados por el verde del bosque y la sabana, sino por los grises y ocres de las arenas volcánicas. ¿Volveré a este mundo? Eso solo pueden decirlo los dio… ¡Noooooo! 😁 Lo diré yo, pero hoy desconozco la respuesta. Me gusta mucho cambiar, aunque puede que algún día el cambio sea, precisamente, regresar a Triria. Por ahora, eso sí te lo puedo decir, no está en mis planes a corto plazo.
H – Volviendo a los personajes: algunos piensan que matando a los malvados lograrían un mundo mejor. ¿Hay asesinatos necesarios? Y retomando el tema del destino, ¿hasta qué punto somos libres, o debemos serlo, para tomar decisiones así?
DM – No. El asesinato implica alevosía o ensañamiento. ¿Hay homicidios necesarios? Pues sí. Si reformulamos la pregunta con este matiz, mi respuesta es un sí rotundo. Y creo que muchos hemos dicho (o, al menos, pensado) en algún momento “si me dieran la oportunidad de regresar al pasado…” [inserte aquí la muerte de su personaje histórico más odiado]. Eso de que la vida es “sagrada” lo inventó la iglesia cristiana. Y, por cierto, lo siguen usando para argumentar contra el aborto o la eutanasia. ¿Hay algo menos civilizado que perder el derecho a la propia muerte? ¿No es esa una de las libertades que deberíamos garantizarnos a nosotros mismos? ¿Hasta qué punto somos libres para tomar cualquier decisión? ¿O para intentar llevarla a cabo, una vez tomada? En estos días en los que asistimos a un genocidio por streaming y la mayoría de los gobiernos se han instalado, o bien en la pasividad, o directamente en el apoyo claro y manifiesto al gobierno que lo está ejecutando, ¿de verdad nos puede asombrar que una persona, una concreta, con su nombre y sus apellidos, que esté padeciendo ese grado de sufrimiento, se haga esa misma pregunta y se responda con un sí rotundo? Otra cuestión, ojocuidao, es que el homicidio de los malvados logre un mundo mejor. La historia también está llena de casos en los que acciones que perseguían precisamente eso acaban logrando justo lo opuesto. Pero me parece que al menos los protagonistas de ese sufrimiento tienen todo el derecho a pensar que ciertas mayorías estarían mucho mejor si ciertas minorías, sencillamente, dejasen de existir una buena mañana. Algunos personajes de LCDA son bastante ingenuos. O puede que yo, que en breve cumplo el medio siglo, me haya vuelto un poco más cínico de lo que era cuando tenía la edad de Nilo. Afortunadamente para ellos… no, que esto es spoiler… 😉
H – De todos los temas que abordas en la novela, ¿cuál es el que querrías que calase más hondo en la mente del lector?
DM – Para responder a esta pregunta, permíteme que repita la cita que elegí, una bastante conocida de Valéry: “la guerra es una masacre entre gente que no se conoce para provecho de gente que sí se conoce, pero que no se masacra”. No hay más preguntas, señoría.
H – La edición de Obscura es preciosa. Imagino que habrás releído tu novela cuando por fin la tuviste en tus manos.
DM – Por supuesto. Obscura edita unos libros preciosos y no disfrutar del mío en la manos habría sido una estupidez supina 😊 Además tuve mucha suerte, porque “me tocó” el mismo ilustrador, David G. Vaquero, que hizo la ilustración de cubierta de Los tambores del dios negro, que compré (y P. Djèlí Clark me dedicó) en el Celsius del 23 y de la que me enamoré nada más verla.
H – ¿Qué nos puedes contar de tu próximo trabajo literario?
DM – Pues he pasado un tiempo leyendo mucho y escribiendo poquito, pero justo hace unas semanas he retomado un proyecto a cuatro manos con una gran amiga del que, por ahora, no queremos, ni podemos, decir mucho. Te puedo contar que se trata de un proyecto ambicioso, porque estamos con el que podría ser la primera de una serie de historias. Se apoya en un par de personajes femeninos que protagonizan un relato mío (ahórrate la búsqueda: se trata de uno que nunca ha sido publicado). Nos gustan tanto a mi amiga y a mí, que decidimos diseñar este proyecto a su alrededor. Y te puedo decir también que no es ni ciencia ficción ni fantasía. Hasta ahí podemos leer 😊
H – Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor?
DM – Que escriba tanto como pueda (y quiera, ojo) y que lea mucho más aún. Que se entere de lo que leen les escritores a les que admira y trate de leer esas mismas obras. Y que piense en escribir, y no en “haber escrito”. Que disfrute cada paso, en lugar de pensar solo en la supuesta meta de la publicación. Que se divierta. Quizás haya quien no esté de acuerdo, pero escribir es lo más divertido que se puede hacer sin ayuda. Ah, y que se olvide de todos los consejos que le hayan dado alguna vez, empezando por este, y construya su propio camino.
H – Recomiéndanos un/a autor/a. Solo un@
DM – Si solo te dejan llevarte la obra de un autor o autora a la típica isla desierta, llévate a Terry Pratchett.
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Muy buena entrevista.
Una entrevista entretenida; ingenioso el ingeniero.