Manzini introduce en esta novela a dos bandas, la ludopatía y sus consecuencias. Roco sabe por experiencia hasta dónde puede destrozar el juego al ser humano, así que hará todo lo posible, económica y moralmente, por salvar a dos personas que le importan de verdad. Como un moderno Robin Hood italiano se rodea de sus amigos, algo maleantes, para ayudar a los pobres y oprimidos, sin meditar las consecuencias que pudieran suponerle el saltarse la ley, robar a los corruptos enriquecidos y socorrer a los arruinados. Nuestro subjefe no juzga el comportamiento de quienes han robado para sobrevivir, pero sí el de quienes lo hacen para enriquecerse.
El autor es un maestro del uso del lenguaje con el que juega constantemente para aportar un ritmo ágil a los diálogos, consiguiendo hacer de la lectura una actividad casi audiovisual.
El significado negativo de algunas proposiciones se acrecienta al sustituir el conector discursivo de precisión por otro contraargumentativo, «dio un sorbo al café. Estaba caliente pero sabía a quemado».
Y, entre tanta risa podemos relajarnos con alguna que otra descripción poética, triste, nostálgica, que cuadra a la perfección con el carácter de Rocco «…y la luna no era más que un recuerdo». No hay demasiadas; es novela negra. Y de las mejores.