La prosa ágil, irónica, humorística, incisiva de Confidencias de un apestado, plantea una igualación en la corrupción del espíritu con la degradación del cuerpo. Sin embargo esta corrupción es tan habitual que forma parte de nosotros y lo que no se ve normal es la ética, el honor, la integridad.
Erasmo, en El elogio de la locura quiso convencernos de que ese estado era la base de todos los disfrutes del hombre. Una excusa para describir la necedad del mundo. Lucio, en Confidencias de un apestado invierte los olores para disfrutar de la podredumbre como si se tratase de un bálsamo beatífico. Otra excusa para describir la estupidez —y maldad— del mundo. Un mundo egoísta, amoral, que solo actúa a cambio de compensación.